Amigos Enfrentados

Amigos Enfrentados
¿Por qué se rompe una amistad?

lunes, 25 de enero de 2010

Capítulo 9: MALDICIÓN

La mañana pasó tranquila como otra cualquiera, excepto que hoy no tenía literatura y faltaban Peter y Marc a clase. Emma y yo nos dirigimos a la cafetería, cogimos algo de comer y nos sentamos en una mesa, solas las dos. Emma empezó a decirme que estaba preocupada por el comportamiento de los dos chicos el día anterior, dejé de oírla cuando a mi mente vino las imágenes de mi pesadilla, no entendía que sentido tenia aquel sueño, me daba miedo volver a hablar con Emma de ello, para que no notara mi interés por Marc. Terminamos de comer y nos dirigimos a las clases que nos quedaban, yo sin dejar de pensar algún significado y sin encontrar nada, tenía que ir a casa de Marc, necesitaba verle, lo que había pasado ayer con Peter me había dejado mal, pero no sabia como decirla a Emma que quería ir yo sola.
Salí de la última clase, biología, en la puerta me esperaba Emma, tenía pensado ir a visitar a los dos chicos y pedirles explicaciones por su comportamiento del día anterior.
-Emma….-noté como me empezaba a poner roja- que me gustaría-agaché la mirada- ir a casa de Marc yo sola, necesito hablar con él de lo ocurrido ayer, luego te llamo y te cuento lo que me diga si quieres- me quede mirando haber que cara podía.
-De acuerdo Charlotte- me sonrió- pero no hace falta que te pongas así, parece como si temieras mi respuesta, es solo que me hace gracia que tan pronto os hayáis fijado el uno en el otro-siguió con una sonrisa-luego nos vemos. -Y se marchó, seguramente a casa de Peter.
Fui con un paso tranquilo aunque con nerviosismo hasta casa de Marc, llamé a la puerta y me abrió su madre
-Hola Señora Britt, ¿se encuentra Marc en casa?-dije con una sonrisa.
-Claro cielo-me dedico una sonrisa- pasa, ya sabes donde esta su habitación.
Subí las escaleras con cautela, la verdad que quería verle y pedirle una explicación pero, ¿quien era yo para él para hacer eso? Llame a la puerta y le dije que era yo, oyendo al otro lado de la puerta un pasa, entre en la habitación, Marc se encontraba sentado mirando por la ventana, por lo que me imaginé que sabía que era yo quien llamaba a la puerta.
-Hola Marc- dije agachando la cabeza tímidamente- necesito una explicación de vuestro comportamiento de ayer, sois muy amigos, los mejores por lo que me ha dicho Emma, por lo que no entiendo porque ese comportamiento por las dos partes.
-No tengo nada que explicarte- me dijo con dureza- no entiendo que haces aquí y no en casa de Peter.
-Estoy aquí porque me importas, porque no quiero que estés mal- dije seriamente- además tuve una pesadilla anoche y necesitaba comentártela, intento buscar significado y no la encuentro.
-¿Que pesadilla? ¿Y que tengo yo que ver con eso? –dije mirándome con seriedad.
Le empecé a contar todo mi sueño y notaba que el cada vez se iba poniendo más nervioso, termine de contárselo y se me quedo mirando callado y mi instinto me acercó a él, juntando nuestros labios por primera vez.
Marc se quedó rígido y no me devolvía el beso. Sintiéndome humillada, me aparté lentamente de él, mientras me decía a mí misma lo idiota que era. ¿Por qué se fijaría él en alguien como yo? Pero cuando me aparte, sus brazos me agarraron y me volvieron a acercar a sus labios, devolviéndome el beso. Era un beso lleno de desesperación, casi podía palparla. Eché mis brazos a su cuello, acercándolo más a mí. Entonces él me cogió en peso y me acostó encima de la cama, sin apartar sus labios de mí. Seguimos un rato así hasta que noté que me faltó el aire y tuve que apartarme a respirar. Me quedé mirando fijamente a sus ojos, mientras él me miraba, feliz aunque en los ojos se le veía tristeza. Se alejó de mí y me miró mientras su sonrisa se desvanecía.
- ¿Qué te pasa? –me acerqué a él y lo abracé – Por favor, Marc, ya sabes que puedes confiar en mí, ¿no?
- ¿Por qué has hecho eso? No deberías estar conmigo. No soy bueno para ti. Sería mejor que te marcharas –dicho esto se levantó y volvió a mirar por la ventana. Observé que estaba llorando. Me acerqué de nuevo.
- ¿Por qué, Marc? ¿Por qué no podemos estar juntos? ¿Tienes novia, verdad? –Claro, tonta, eso es lo que le pasaba, tenía novia y no la iba a dejar para estar conmigo.
- No puedo contártelo. No lo entenderías.
- ¡Ya estamos con el que no lo entendería! Si no me lo explicas, de seguro que no lo voy a entender. No soy tonta, ¿sabes? A lo mejor no tengo tus notas, pero no por eso significa que sea idiota.
- No me refería a eso. No puedo decirlo. Ni siquiera yo mismo lo entiendo… Aunque parece que estás bastante cerca de saberlo…
- ¿Qué quieres decir? Como voy a estar cerca de saberlo sino sé nada acerca de ti.
- Por tu sueño… creo que ni yo mismo te lo hubiera explicado mejor. Parece que tu subconsciente sabe de lo que soy capaz… aunque no quieras darte cuenta.
Me quedé mirándole, con la duda reflejada en mi cara. ¿Quería decir que era capaz de… atacarme? No, no lo creía capaz de eso, no podía ser. Me acerqué nuevamente.
- Por favor, Marc. Necesito saber, necesito conocerte y entender que te pasa. No puedo estar así, no puedo dormir por las noches porque mi cabeza no deja de dar vueltas, y cuando duermo tengo sueños de ese tipo, o contigo o del accidente… -me callé de golpe, dándome cuenta de que había hablado demasiado. Noté como el color se iba de mi cara sólo de saber lo que había estado a punto de confesarle.
- ¿Qué accidente? –preguntó Marc, mirándome con el ceño fruncido.
- No es nada. No me hagas caso, ¿vale?
Marc me miró fijamente, como debatiéndose consigo mismo, antes de volver a hablar.
- Hacemos una cosa. Tú me cuentas lo referente a ese accidente y yo te cuento qué es lo que me pasa si de verdad lo quieres saber.
- ¿Y por qué habría de empezar yo? Cuéntame tú tu historia y después te cuento yo la mía.
- No soy yo quien insiste tanto en saber lo que pasa… si tú no confías en mí, yo no lo haré en ti –la cara de Marc estudiaba mi reacción antes de hablar de nuevo - aunque… sino quieres… pues los dos nos quedaremos con la duda.
Lo pensé durante unos instantes. Al final decidí contárselo. Algún día tendría que salir a la luz, y de todas formas quería saber qué es lo que le pasaba. Si era la única manera, tendría que aceptarlo.
- De acuerdo. Pero antes de nada quiero que me prometas que cumplirás un par de condiciones después de contarte esto. Primero, nadie debe saberlo, si algún día quiero contárselo a alguien, que sea decisión mía, no puedes hacer ni decir nada para obligarme. Y segundo, tu trato hacía mí seguirá siendo el mismo, no sentirás lástima de mí ni tu trato será diferente hacia mi persona. ¿Queda claro?
Marc lo pensó un poco antes de asentir con la cabeza. Yo tomé aire profundamente antes de empezar a continuar mi historia.
- Ya sabes que yo vine desde España. Allí, hasta hace un tiempo, fui muy feliz. Tenía a mis padres, que me adoraban, y yo a ellos, y a mis amigas, con las que me llevaba genial y podía contar con ellas para lo que fuese. Todo iba bien, tanto en casa como en el instituto. Mis padres cada día estaban más enamorados. Así que decidieron darse una segunda luna de miel. Yo ya era mayor y podía cuidar de mí misma durante las 2 semanas que iba a durar su viaje. Me ofrecieron irme con ellos, como unas vacaciones en familia, pero les dije que no. Necesitaban un tiempo a solas, y no podía negárselo. Y el gran día llegó, se iban de vacaciones por fin y yo estaba excitada por pasar tanto tiempo sola en casa. –respiré un poco antes de continuar
- Me encontraba fuera de casa cuando recibí una llamada al móvil. Era un agente de policía. Me dijo el nombre de mis padres y me preguntó si era familiar directo. Le dije que era su hija. Entonces me dijo que el avión había explotado en el aire. No sabían lo que había sucedido. Pero sí sabían que no había supervivientes. Lo único que recuerdo es que me tiré al suelo y empecé a gritar…
Estaba llorando, lo noté cuando Marc me abrazó para consolarme, y cuando le miré, vi que él también lloraba. Le abracé y seguí llorando hasta que conseguí calmarme lo suficiente para continuar.
- Por eso vine a Windsor. Mis abuelos viven aquí y son la única familia que me queda. Mis padres no tenían hermanos y mis otros abuelos murieron hace unos años. No tuve más remedio que venir aquí… aunque ahora no me arrepiento.
Las manos de Marc recorrieron mi cara, como si fuera una persona ciega, memorizando todo mi contorno. Entonces suavemente, se acercó y me dejó un tierno beso en los labios. Yo abrí los ojos sorprendida, pero caí en la cuenta y no dejé que me engatusase.
- Bueno, ya sabes mi historia. Ahora te toca contarme la tuya.
Me miró fijamente y con dolor en su rostro, se puso de pie y caminó de nuevo hacia la ventana. Se apoyó en el marco y comenzó a hablar.
- De acuerdo. Te contaré mi historia. Pero cuando termine, yo sólo te pediré una única condición. Qué me cuentes lo que piensas. Si no quisieras volver a saber nada de mí lo entenderé. Lo único que pediría también es que tú, al igual que yo, guardes mi secreto.
Me miró fijamente y en mi cara vio que aceptaba las condiciones.
- Entonces de acuerdo otra vez. Tú lo quisiste. Te contaré mi historia, que a la vez, es mi maldición…

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