Amigos Enfrentados

Amigos Enfrentados
¿Por qué se rompe una amistad?

viernes, 22 de enero de 2010

Capítulo 7: INTUICIÓN

Esperé en la puerta de clase a Emma para salir juntas del instituto. Íbamos andando por el pasillo y apareció Marc, poniéndose a nuestro lado.
-Hola chicas-nos sonrío-¿me acompañáis a casa de Peter para ver que le ha pasado estos días?
A Emma se le ilumino la cara como si Marc hubiese sabido lo que exactamente Emma estaba pensando en ese momento. Sé que no me había dicho nada por mis caras cuando hablaba de ellos en los primeros días, pero mi actitud hacia Marc había cambiado desde el mismo día que le conocí. Esperaba que pasara lo mismo con Peter pero sin llegar a enamorarme también de él.
La escuela no se encontraba muy lejos de su casa. Que suerte tenia este chico, vivía al lado del castillo y casi del instituto, pensé para mi con una sonrisa. Llegamos a la casa, Marc y Emma se encontraban en la puerta llamando al timbre y yo detrás de ellos, resguardada. La señora Harris nos abrió y al vernos su cara se iluminó con una sonrisa.
-Hola chicos, pensaba llamaros hoy mismo- dijo poniéndose seria-. Peter lleva sin salir de su cuarto desde hace tres días, desde que vino de su paseo no ha querido salir de su habitación- dijo con cara de preocupación.
- ¿No ha salido en tres días para comer nada tampoco? –dijo Emma alarmada.
- No ha salido, le dejábamos la comida en la puerta y cuando oía que me había marchado la cogía - se le cayó una lagrima mientras hablaba- no sé que le sucede, nunca se ha comportado así. Por favor chicos intentad hablar con él.
-De acuerdo Señora Harris, lo intentaremos –dijo Marc seriamente-. No dejaré que mi mejor amigo se destruya.
La señora Harris nos dejó pasar. Emma y Marc subieron por las escaleras y yo les seguí hasta que se detuvieron enfrente de una puerta, quedándome detrás de ellos. Llamaron a la puerta y de repente un voz estruendosa nos hecho.
-Vete mamá, sabes que no me apetece salir, llevo diciéndotelo tres días- dijo la voz enfurecida
-No somos tu madre Peter somos Marc, Charlotte y yo, Emma, ábrenos por favor estamos muy preocupados por ti y tu madre también- dijo Emma sollozando.
-Iros por favor chicos, no quiero que me veáis- dijo la voz relajándose- y, ¿quién es esa Charlotte que habéis mencionado?
-Es una chica nueva en el instituto, amiga nuestra- dijo Marc- es una persona increíble deberías conocerla de veras, se que te iba a caer muy bien.
Noté como mis mejillas se sonrojaban al oír hablar de mí así a Marc. ¿Persona increíble? No creo que me mereciese un apelativo semejante, y menos viniendo de él, que era casi como un Dios.
Sonreí como una tonta mientras Emma me miraba extrañada. Intenté cambiar mi cara para que no notase nada, pero no pude evitar sonrojarme porque me hubiera pillado así.
- Venga, Peter. Abre la puerta. Podemos salir a dar una vuelta, y así te despejas un poco –dijo Emma-. Sabes que somos tus amigos y que puedes contar con nosotros para lo que necesites, ¿verdad?
- Está bien… Pero sólo un rato. Por favor, esperadme abajo. Tengo que ducharme y eso.
Marc y Emma sonrieron al escucharle. Bajamos las escaleras y pasamos al salón. Era enorme, y asombrada miré la televisión. Sería al menos de 100 pulgadas, como si fuera una especie de cine privado. Debajo había un home cinema y varias videoconsolas, todas último modelo: la wii, la x-box, la play station 3… Miré a Emma y le pregunté:
- El padre de Peter tiene que tener un buen trabajo. Sólo con mirar la casa y todo lo que tienen… Yo no podría permitirme algo así ni trabajando cien años.
Emma me miró preocupada antes de contestarme.
- Si puedes, no saques el tema de su padre delante de Peter. No le gusta hablar de ello. Él apenas le recuerda, porque se fue cuando era pequeña, dejándolos a él y a su madre solos. Su madre no trabaja, porque por suerte los abuelos de Peter se hicieron cargo de ellos y, al morir, les dejaron esta casa y una buena herencia.
Mi cara cambió inmediatamente. Pobrecillo. Yo por lo menos tenía el consuelo de saber que mis padres me habían querido siempre, pero que nunca hubieran sido capaces de dejarme sola. Éramos una familia feliz. Las lágrimas volvieron a mis ojos al recordarlos. ¡Dios! Odiaba llorar, y menos delante de ellos. Sin poder evitarlo, unos pequeños sollozos se me escaparon. Emma quedó sorprendida y vino dispuesta a consolarme, pero alguien se le adelantó. Me fijé y vi que Marc me había cogido entre sus brazos. Me abracé a él y puse mi cabeza en su pecho, sollozando cada vez más fuerte. No podía parar.
Ellos se miraron extrañados, mientras Marc me daba pequeñas caricias en la espalda, susurrándome suavemente al oído “ya pasó, pequeña”. Cuando conseguí contenerme les pedí disculpas, pero no dejaron la cosa correr.
- ¿Qué te pasa Charlotte? –Me preguntó Emma preocupada mientras Marc me abrazaba más fuerte-. Ya son varias las veces que se te saltan las lágrimas así sin motivo aparente.
- Cuéntanos qué le preocupa a esa linda cabecita –dijo Marc. Yo dudé si contarlo o no contarlo. No lo veía oportuno. Pero alguien me salvó. Oímos un ruido y Peter estaba en la puerta del salón, esperándonos. Abrí mis ojos como platos. Este chico era enorme. Debería medir unos dos metros. Era ancho, musculoso. Y tenía cara de niño pequeño, muy dulce, como quién no ha roto un plato en su vida.
- Bueno, ¿no queríais salir? Ya estoy preparado, y hablé con mi madre. Se alegra de que esté de vuelta –dijo luciendo una sonrisa. Me quedé ahí, mirándolo. Marc debió ver algo, porque noté que tensó su abrazo alrededor mío. Me deshice de él, para ponerme de pie y así, ponernos en camino.
- Creo que Charlotte iba a decirnos algo… -dijo Emma mirándome preocupada de ver mis cambios de humor.
- No, no es nada chicos, en serio. Es sólo el cambio de país, de escuela, de amigos… Hasta que no me acostumbre a esto…
Me miraron de nuevo, aunque no dijeron nada más. Creo que no terminaron de creerme, pero por lo menos no insistieron. Noté a alguien a mi lado, y vi que era Peter. Me miraba directamente a los ojos. Me sonrojé, aunque le mantuve la mirada. Cogió mi mano y depositó un suave beso en ella.
- Un placer –susurró con su boca muy cerca de mi mano, dejando en ella su calido aliento y poniéndome muy, muy nerviosa-, soy Peter. Espero que no te hayan dicho nada malo sobre mí. Si lo han hecho… no te creas nada. –soltó una radiante sonrisa que hizo que mi cuerpo pareciese electrificado. ¿Qué me estaba haciendo aquel chico?
El levantó su vista, soltó mi mano y pasó su mano alrededor de mis hombros, atrayéndome hacía él. Sentí ondas de electricidad recorrer todo mi cuerpo.
- ¿Salimos? –preguntó, aunque no esperó respuesta. Salimos por la puerta, y yo miré hacía atrás. Emma estaba boquiabierta, y Marc… Marc reflejaba un dolor enorme en su cara. Sentí la necesidad de correr y abrazarlo, pero Peter estrechó su brazo sobre mí, haciéndome girar la cabeza de nuevo hacia delante. No podía dejar de sentir esa corriente por todo mi cuerpo.
Al final oí pasos detrás de mí, así supe que nos seguían hacia la calle. Cuando salimos, Marc se puso justo a mi lado, mirándome con ojos sorprendidos. Sus ojos se alzaron y miré a mi izquierda, donde estaba Peter. Observé perpleja la cara de ambos. Sus ojos soltaban chispas, y se miraban con rabia. Me solté de Peter y me dirigí hacia Emma. Cuando llegué hasta ella me volví para ver a los dos chicos. Seguían en el mismo sitio, uno frente a otro. Sus ceños estaban fruncidos, sus puños fuertemente cerrados, y se miraban con… ¿odio? No podía ser, había oído qué eran los mejores amigos. Sus cuerpos se movieron lentamente, colocándose en actitud defensiva. Y entonces lo comprendí. Mi intuición me lo dijo. Se estaban preparando… para luchar.

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