Amigos Enfrentados

Amigos Enfrentados
¿Por qué se rompe una amistad?

sábado, 30 de enero de 2010

Capítulo 12: ATAQUE

Nos quedamos allí parados. Peter y Emma se acercaron hacia donde estábamos, y ella se notaba nerviosa. Era fácil entender el porqué, yo me sentía igual. Los chicos se miraron con furia, pero nadie dijo nada. Después de unos momentos de tensión, Marc forzó una sonrisa en su cara.
- ¡Peter! Amigo… ¿Por qué no vamos a hablar los dos y dejamos a las chicas tranquilas?
Peter miró a Marc mientras una sonrisa irónica asomó en su rostro. Miró a Emma y después a mí, y sus ojos se abrieron como platos cuando vio que Marc y yo estábamos cogidos de la mano.
- No sabía que ustedes estaban juntos… juntos… no sé si me entiendes –miró a Marc con más odio que antes. No sabía lo que le pasaba, pero empezó como a temblar mientras hablábamos. Empezó a respirar profundamente, parecía que estaba intentando controlarse.- De acuerdo… amigo… hablemos, pero a solas.
Emma y yo nos miramos. No sabíamos si dejarlos solos o no. Noté que Marc apretó mi mano y lo miré a él, quién me lanzó una fugaz sonrisa y se acercó a mi oído.
- Charlotte… vete. No te acerques a nosotros. Esta noche te veré en tu casa. Deja la ventana abierta.
Mi expresión debió reflejar todo el horror que sentía en mi cuerpo, porque él me abrazó con fuerza y me besó en la coronilla. Yo le sujeté, intentando evitar que se fuera, pero él se deshizo de mis brazos con facilidad. No dijo una palabra más. Sólo se giró, miró a Peter y ambos echaron a caminar, dirección al bosque.
Emma y yo nos quedamos allí solas, sin decirnos una palabra. No sabía que decirle. Por una parte quería preguntarle que había pasado con Peter, pero por otra, estaba demasiado preocupada por los chicos. No me enteraría de lo que me contase porque no tendría la cabeza donde debería. A ella le debía pasar algo parecido, porque me miraba con expresión preocupada. De pronto, cuando menos lo esperaba, vino hacía mí y me abrazó, comenzando a llorar.
- Ya, Emma, ya… ¿qué pasa? –intenté tranquilizarla, pero yo misma estaba muy nerviosa y no podría hacer gran cosa.
- Los chicos… ellos se odian y no sé porqué. Ayer pasé toda la tarde con Peter intentando que me explicase que había pasado para que estuviese así con Marc, pero no conseguí sacarle nada. No sé qué les pasa, porque de pronto se odian tanto… Me duele verlos así, antes éramos los tres como uña y carne, y ahora no podemos estar juntos…
- Yo tampoco conseguí sacarle una palabra a Marc… me tiene muy preocupada. No sé qué le pasa tampoco –no quería contarle el secreto de él, lo había prometido. De pronto recordé. ¡Marc era un vampiro! ¡Oh, Dios! No pude evitar gritar - ¡Peter!
- ¿Qué pasa? –me miró Emma asustada, buscando a Peter con la mirada, esperando que estuviera por ahí al haber gritado yo su nombre.
- Emma… Peter está en peligro… Marc… No te lo puedo contar, ¡pero debemos encontrarlos!
- ¿Peter en peligro? No… no puede ser… -de pronto sus ojos se abrieron como platos- ¡No! ¡Marc es el que está en peligro! No sabes de lo que es capaz Peter…
Le cogí el brazo y tiré de ella, en dirección al bosque, porque se había quedado inmovilizada por el miedo. Al final reaccionó y las dos corrimos siguiendo la misma ruta por la que habíamos visto que se habían ido los chicos. Llegamos al bosque, y no sabíamos por donde seguir. Oímos unos ruidos fuertes, así que fuimos en esa dirección. Llegamos a un claro y nos quedamos heladas. Marc estaba luchando pero… no con Peter. En lugar de Peter había un lobo. Un lobo enorme.
Me relaje un poco al ver que no era Peter, ¿pero donde estaba Peter? ¿Le habría hecho daño Marc? ¿Y que hacia ese enorme lobo luchando contra Marc como en mi pesadilla?
Emma se encontraba escondida detrás de un árbol con las manos tapándose los ojos y temblando de miedo, el lobo y Marc parecieron darse cuenta de nuestra presencia y vi que Marc soltaba el cuello del lobo dirigiéndome una mirada salvaje y acercándose a mi, el lobo en cambio iba hacia Emma, no podía permitirlo pero sabia que Marc no me dejaría moverme sino me atacaría, solo me quedo una opción, chillar…
-Emma no te muevas, el lobo va hacia ti pero si hechas a correr te alcanzara- no pude decir mas, note las manos de Marc agarrando mi cuello, le mire fijamente a los ojos, aun sabiendo que me podía matar e iba hacerlo todavía le amaba…
-Marc por favor-le mire suplicante-mírame a los ojos soy yo, Charlotte, por favor piensa en quien eres de verdad no dejes que tu instinto se apodere del Marc que amo-mis lagrimas empezaron a salir y note sus brazos rodeándome, notando su temblor.
-Perdóname Charlotte por favor-dijo empezando a llorar- estado apunto de matar a la chica que amo, soy un monstruo, no debería seguir vivo, debería haber dejado que Peter me matara ahora mismo.
-¿Peter?-le mire extrañado sin dejar de salir mis lagrimas- pero si no esta Peter, lo que esta es ese lobo….Emma, esta apunto de atacarla- me gire hacia el árbol y vi a Peter arrodillado ante Emma que lloraba de miedo en el suelo-¿Peter? ¿Donde se fue el lobo y que hace Peter aquí?
Me acerque a Emma y Peter, notando los pasos de Marc siguiéndome, me agache hacia Emma abrazándola con fuerza y poniéndola de pies…
-Necesito respuestas-dije enfadada mirándoles.
-Las necesitamos-dijo Emma.

jueves, 28 de enero de 2010

Capítulo 11: PROBLEMAS

Me aparte de él simultáneamente, hace unos minutos estaba besando a Marc y ahora casi besaba a su mejor amigo Peter, debía estar loca, pero algo tenían los dos que me atraían fuertemente hacia ellos.

Me marche rápidamente del bosque, dirigiéndome hacia mi casa, donde podría pensar todo con claridad, llegue mis abuelos no estaban por lo que me supuse que estarían paseando, subí a mi cuarto y me tire en la cama cerrando los ojos, viniéndose a mi mente la cara de Marc y todo lo que me había contado y la cara de Peter, que sus ojos me avisaban de tener un secreto; me desperté de madrugada con la ropa todavía puesta, me había quedado dormida, me puse el pijama metiéndome en la cama y volviéndome a dormir; sonó mi despertador al rato o eso me parecía a mi, me duche y me puse unos vaqueros, mis zapatillas de deporte y mi jersey azul cielo y salí de casa.

Llegue a la puerta del instituto para mi sorpresa estaban en la puerta Peter y Emma, estaban uno enfrente del otro, me acercaba a ellos cuando Peter beso a Emma, dejándome esa imagen parada en el sitio sin saber como reaccionar ni que decirles cuando les viera, pensé que lo mejor era hacer como que no sabia nada ni les había visto, lo que no llegaba a comprender del todo, porque algo dentro de mi parecía romperse al ver aquel beso? yo al que realmente quería era a Marc o también a Peter?

Entre en clase, sentándome en mi sitio, para mi alivio Marc entro en clase sentándose a mi lado, aunque como la de literatura me había puesto entre medias de ellos, tenía a cada uno a un lado, sin poder dejar de mirar a mi derecha e izquierda, para poder ver sus caras, como de costumbre no pude concentrarme en la clase sino en ellos, me daban ganas de pedirle a Marc perdón por huir por ser una cobarde y a Peter una explicación por lo del beso, pero ni uno tenia que darme explicaciones ni el otro perdonarme después de lo que había hecho nada mas contarme su secreto…

Las manos no dejaban de temblarme. Estaba muy nerviosa. Miraba de un lado a otro, a los dos chicos, para intentar despejar mi mente. Creo que estaba enamorada de los dos. Pero eso no podía ser… Peter estaba con Emma, o por lo menos, eso me dio a entender el beso de esta mañana. Y Marc estaba muy dolido por como me marché ayer, lo notaba en sus ojos cuando lo pillaba ocasionalmente mirándome, aunque cuando intentaba sostenerle la mirada, el desviaba sus ojos hacia otro lado. Al final no me enteré de nada en clase. No podía prestar atención, mi cabeza era un hervidero. La mañana pasó lentamente.

Cuando sonó el último timbre, anunciando el fin de las clases, suspiré. Me levanté de mi silla y salí. Emma me dijo que no podía acompañarme a casa, que le había surgido algo. Le dije que vale y la vi correr y llegar junto a Peter, quién le pasó un brazo por encima y empezaron a caminar. Yo me quedé mirándolos con envidia. ¿Por qué yo no podía ser Emma? Me sobresalté cuando alguien carraspeó a mi lado. Ni me di cuenta de que había alguien ahí.

- Como sigas así se te van a salir los ojos –dijo Marc duramente antes de seguir caminando. Yo lo miré sorprendida de que me hablase. Al final me decidí y quise arreglar las cosas.
- ¡Marc, espera! –él se detuvo, pero no se giró tan siquiera a mirarme. Noté que me fallaba la voz- Yo… esto… siento mucho lo de ayer, en tu casa. Pero me quedé muy sorprendida, no me esperaba lo que me contaste. Tienes que reconocer que es algo difícil de asimilar –él siguió sin decir palabra y sin moverse. Mis ojos empezaron a llenarse de lagrimas al ver que le daba igual lo que le dijese-. Bueno… no te molesto más… Sólo quería que supieses que lo siento, y que no me importa lo que seas. Lo que me importa es que no me harás daño, porque has tenido más de una ocasión para hacerlo y aún así, sigo aquí.

Agaché mi cabeza, ocultando mis lágrimas, me giré y me puse a andar en dirección a mi casa. Pero cuando había avanzado un par de metros, noté que me sujetaban por el brazo. Miré a ver que pasaba, y era Marc. Me miró y yo le sostuve la miraba. No pude evitarlo. Me abracé a él y empecé a sollozar, poniendo mi cabeza en su pecho. No dijimos nada. No hacia falta. Sólo me abrazó y me consoló hasta que me calmé. Entonces nos volvimos a mirar. Su cara reflejaba felicidad.

Nos pusimos a caminar. Íbamos cogidos de la mano, y lo sentía tan natural como si lo hubiera hecho siempre. Paseamos casi toda la tarde. Hablamos de todo, y recordé una conversación pendiente con él.

- Oye… respecto al otro día… cuando me preguntaste sobre que había soñado…
- Sí, siento haber huido así. Pero no sabía como explicarte que había ido a tu casa y te saqué de tu cuarto. Te dije que mi madre me había dicho donde vivías… y no era cierto. Seguí tu olor y encontré tu casa. Entonces, me asomé por tu ventana y te vi dormir. Me encanta tu cara cuando duermes –cuando me dijo esto no pude evitar sonrojarme-. Entré en tu cuarto, pero tu olor, que estaba concentrada allí, estuvo a punto de hacerme perder el control. Te cogí en brazos y, cuando estaba a punto de morderte, dijiste mi nombre. La razón volvió a mi cuerpo y al final salí contigo por la ventana y te llevé al bosque. Todavía percibía tu olor, pero el aire fresco de la noche lo hacía más tenue. No soportaría hacerte daño. –me asusté un poco mientras me contaba esta parte y el apretó mi mano un poco, como dándome ánimos para que me relajara-. Luego despertaste y quedaste tan tranquila al verme… No quería que esa noche acabara nunca. Pero te volviste a dormir, y decidí llevarte de regreso a casa. A otro día teníamos clase y no quería que cogieses frío…

Yo lo miré un poco asustada, pensando en lo que me estaba confesando. Había estado a punto de matarme. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Marc lo notó y me volvió a abrazar.
- Tranquila, sé que puedo controlarme. Nunca haré nada que pueda dañarte.
Seguimos andando tranquilamente, pero noté como Marc se tensaba. Olfateó el ambiente y soltó un pequeño gruñido. Miré hacia la dirección en la que él miraba y vi venir a Peter y Emma. Ella iba muy sonriente, pero Peter miraba en nuestra dirección con cara de pocos amigos.
- ¿Qué es lo que pasa? –le pregunté a Marc. El me cogió de los hombros y me miró de frente antes de hablar, poniéndose muy serio.
- Si me oyes decir que quiero que te vayas debes hacerme caso. Creo que se avecinan problemas…

miércoles, 27 de enero de 2010

Capítulo 10: ESCALOFRÍO

Salí a pasear al bosque por la noche. Es algo que suelo hacer bastante a menudo. Pienso que algo de soledad nunca es malo, por lo menos para mí. Necesitaba poner algunas ideas en orden. –Yo lo miraba, expectante, y el me sonrió un poco. Le hice como un gesto para animarle a que continuase. Me entendió y, suspirando, siguió hablando.
- Era una noche como cualquier otra, aunque al parecer, aquel día no estaba solo. Oí un crujido, pero cuando quise darme cuenta de lo que era, me estaban atacando. Fue sólo una persona, o un animal, todavía no estoy seguro. Escuché un gruñido muy potente, y noté como unos dientes afilados me mordieron, rasgando mi piel, por varias zonas. Empujé a mi atacante, quién, al separarse de mí, soltó una carcajada que hizo que se helase mi sangre. Ahí empezó todo…
Se quedó quieto, debatiéndose si continuar o no. Cuando me miró, pareció decidirse, y tomo aire profundamente. Se giró, quedando a espaldas de mí, como si le diese miedo mi reacción cuando continuase. Yo me sentía muy nerviosa con tantas cavilaciones. ¿Tan malo sería lo que quería contarme?
- Mi cuerpo comenzó a arder. Sentí como si tuviese fuego en las venas, y oí como mi corazón latía como un loco. No podía moverme, y no dejaba de gritar. El fuego se extendía por todo mi cuerpo. Al cabo de unas horas, de pronto, mi corazón dejó de latir.
Yo abrí y cerré la boca varias veces por la sorpresa. Él se giró para verme y vio mi expresión.
- ¿Todavía estás segura de querer saber qué me pasa?
- ¿Me estás diciendo que tu corazón dejó de latir? Eso es imposible. –se acercó a mí y me cogió un brazo con delicadeza. Acercó mis dedos índice y anular a su cuello. No le noté pulso. Puse mi cabeza en su pecho. Nada. Ni un murmullo. Lo miré aún más sorprendida que antes, no sabiendo que decirle ni que hacer. Era algo increíble. ¿Cómo podía estar vivo?
- Por favor, continua… -le dije aún asombrada.
- Mi cuerpo dejó de dolerme. Pude incorporarme y entonces oí cosas, algo que nunca me hubiera podido imaginar. Oí el viento acariciando las hojas de los árboles. Oí como un riachuelo danzaba, aunque creía recordar que estaba bastante lejos de su curso. Y también oí como un animal paseaba por allí. Entonces lo noté. Una gran sed que acariciaba mi garganta. No sé como no la sentí antes, pero noté que me desgarraba. Mi instinto me dijo que debía ir hacia ese animal, así que lo busqué. Me acerqué sigilosamente, esperando no asustarle, hasta que lo vi. Era un pequeño ciervo, y parecía perdido. Escuché como la sangre fluía en su cuerpo, oía el latido de su cálido corazón invitándome a él. Creo que el pobre no llegó a percatarse de mi presencia. Salté hacía él y le mordí en el cuello, justo en una arteria. Bebí hasta que no quedó una gota de sangre en ese pequeño cuerpo. Pero mi sed no estaba saciada. Seguí buscando más animales hasta que me sentí con fuerzas suficientes para volver a casa. Pero ya no había vuelta atrás para lo que me había convertido.
Me miró de nuevo, mientras yo tenía la mirada perdida. Intentaba concentrarme en lo que me había dicho. Nada me cuadraba. Lo que me estaba contando me sonaba a historia fantástica, como en tantos libros que había leído o en tantas películas de televisión había visto. No podía creerlo. Lo miré fijamente, esperando que se echase a reír. Pero estaba serio, muy serio. Me miraba con miedo, como si en cualquier momento fuese a echar a correr. Yo todavía no asimilaba la idea. Él se acercó a mí lentamente y puso una mano sobre mi hombro, notando la pequeña descarga que me producía siempre el contacto con su piel.
- Si no quieres volver a verme… lo entenderé. Lo único que te pido es que no le cuentes a nadie esto.
Creo que no se esperaba mi reacción. Ni yo misma pude entenderla. Me levante y me dirigí hacia la puerta, no entendía como Marc podía ser un vampiro, abrí la puerta de su habitación bajando las escaleras descontroladamente y Salí de su casa sin mirar atrás, no sabia donde ir ni donde dirigirme ya que por mucho que me asustara no revelaría el secreto de Marc, me sentía como una cobarde, saliendo de su casa corriendo en vez de apoyarle, pero necesitaba reflexionar todo calmadamente.
Me adentre en el bosque para poder desconectar de la cuidad y respirar aire puro, me apoye en un árbol sentándome en el suelo, cerrando mis ojos y dejando que mis pulmones se llenaran de aire limpio, abrí los ojos de repente al notar unas pisadas acercarse a mi, cuando vi a Peter delante mío sonriéndome.
-Hola Preciosa-me dedico una sonrisa- ¿que haces aquí sola? El bosque no es un sitio donde deberías estar sola, podría morderte algo-note su tono irónico.
Me agarro de la mano, acercándome a él y dejando sus labios a escasos centímetros de los míos……notando un escalofrío recorrer todo mi cuerpo…

lunes, 25 de enero de 2010

Capítulo 9: MALDICIÓN

La mañana pasó tranquila como otra cualquiera, excepto que hoy no tenía literatura y faltaban Peter y Marc a clase. Emma y yo nos dirigimos a la cafetería, cogimos algo de comer y nos sentamos en una mesa, solas las dos. Emma empezó a decirme que estaba preocupada por el comportamiento de los dos chicos el día anterior, dejé de oírla cuando a mi mente vino las imágenes de mi pesadilla, no entendía que sentido tenia aquel sueño, me daba miedo volver a hablar con Emma de ello, para que no notara mi interés por Marc. Terminamos de comer y nos dirigimos a las clases que nos quedaban, yo sin dejar de pensar algún significado y sin encontrar nada, tenía que ir a casa de Marc, necesitaba verle, lo que había pasado ayer con Peter me había dejado mal, pero no sabia como decirla a Emma que quería ir yo sola.
Salí de la última clase, biología, en la puerta me esperaba Emma, tenía pensado ir a visitar a los dos chicos y pedirles explicaciones por su comportamiento del día anterior.
-Emma….-noté como me empezaba a poner roja- que me gustaría-agaché la mirada- ir a casa de Marc yo sola, necesito hablar con él de lo ocurrido ayer, luego te llamo y te cuento lo que me diga si quieres- me quede mirando haber que cara podía.
-De acuerdo Charlotte- me sonrió- pero no hace falta que te pongas así, parece como si temieras mi respuesta, es solo que me hace gracia que tan pronto os hayáis fijado el uno en el otro-siguió con una sonrisa-luego nos vemos. -Y se marchó, seguramente a casa de Peter.
Fui con un paso tranquilo aunque con nerviosismo hasta casa de Marc, llamé a la puerta y me abrió su madre
-Hola Señora Britt, ¿se encuentra Marc en casa?-dije con una sonrisa.
-Claro cielo-me dedico una sonrisa- pasa, ya sabes donde esta su habitación.
Subí las escaleras con cautela, la verdad que quería verle y pedirle una explicación pero, ¿quien era yo para él para hacer eso? Llame a la puerta y le dije que era yo, oyendo al otro lado de la puerta un pasa, entre en la habitación, Marc se encontraba sentado mirando por la ventana, por lo que me imaginé que sabía que era yo quien llamaba a la puerta.
-Hola Marc- dije agachando la cabeza tímidamente- necesito una explicación de vuestro comportamiento de ayer, sois muy amigos, los mejores por lo que me ha dicho Emma, por lo que no entiendo porque ese comportamiento por las dos partes.
-No tengo nada que explicarte- me dijo con dureza- no entiendo que haces aquí y no en casa de Peter.
-Estoy aquí porque me importas, porque no quiero que estés mal- dije seriamente- además tuve una pesadilla anoche y necesitaba comentártela, intento buscar significado y no la encuentro.
-¿Que pesadilla? ¿Y que tengo yo que ver con eso? –dije mirándome con seriedad.
Le empecé a contar todo mi sueño y notaba que el cada vez se iba poniendo más nervioso, termine de contárselo y se me quedo mirando callado y mi instinto me acercó a él, juntando nuestros labios por primera vez.
Marc se quedó rígido y no me devolvía el beso. Sintiéndome humillada, me aparté lentamente de él, mientras me decía a mí misma lo idiota que era. ¿Por qué se fijaría él en alguien como yo? Pero cuando me aparte, sus brazos me agarraron y me volvieron a acercar a sus labios, devolviéndome el beso. Era un beso lleno de desesperación, casi podía palparla. Eché mis brazos a su cuello, acercándolo más a mí. Entonces él me cogió en peso y me acostó encima de la cama, sin apartar sus labios de mí. Seguimos un rato así hasta que noté que me faltó el aire y tuve que apartarme a respirar. Me quedé mirando fijamente a sus ojos, mientras él me miraba, feliz aunque en los ojos se le veía tristeza. Se alejó de mí y me miró mientras su sonrisa se desvanecía.
- ¿Qué te pasa? –me acerqué a él y lo abracé – Por favor, Marc, ya sabes que puedes confiar en mí, ¿no?
- ¿Por qué has hecho eso? No deberías estar conmigo. No soy bueno para ti. Sería mejor que te marcharas –dicho esto se levantó y volvió a mirar por la ventana. Observé que estaba llorando. Me acerqué de nuevo.
- ¿Por qué, Marc? ¿Por qué no podemos estar juntos? ¿Tienes novia, verdad? –Claro, tonta, eso es lo que le pasaba, tenía novia y no la iba a dejar para estar conmigo.
- No puedo contártelo. No lo entenderías.
- ¡Ya estamos con el que no lo entendería! Si no me lo explicas, de seguro que no lo voy a entender. No soy tonta, ¿sabes? A lo mejor no tengo tus notas, pero no por eso significa que sea idiota.
- No me refería a eso. No puedo decirlo. Ni siquiera yo mismo lo entiendo… Aunque parece que estás bastante cerca de saberlo…
- ¿Qué quieres decir? Como voy a estar cerca de saberlo sino sé nada acerca de ti.
- Por tu sueño… creo que ni yo mismo te lo hubiera explicado mejor. Parece que tu subconsciente sabe de lo que soy capaz… aunque no quieras darte cuenta.
Me quedé mirándole, con la duda reflejada en mi cara. ¿Quería decir que era capaz de… atacarme? No, no lo creía capaz de eso, no podía ser. Me acerqué nuevamente.
- Por favor, Marc. Necesito saber, necesito conocerte y entender que te pasa. No puedo estar así, no puedo dormir por las noches porque mi cabeza no deja de dar vueltas, y cuando duermo tengo sueños de ese tipo, o contigo o del accidente… -me callé de golpe, dándome cuenta de que había hablado demasiado. Noté como el color se iba de mi cara sólo de saber lo que había estado a punto de confesarle.
- ¿Qué accidente? –preguntó Marc, mirándome con el ceño fruncido.
- No es nada. No me hagas caso, ¿vale?
Marc me miró fijamente, como debatiéndose consigo mismo, antes de volver a hablar.
- Hacemos una cosa. Tú me cuentas lo referente a ese accidente y yo te cuento qué es lo que me pasa si de verdad lo quieres saber.
- ¿Y por qué habría de empezar yo? Cuéntame tú tu historia y después te cuento yo la mía.
- No soy yo quien insiste tanto en saber lo que pasa… si tú no confías en mí, yo no lo haré en ti –la cara de Marc estudiaba mi reacción antes de hablar de nuevo - aunque… sino quieres… pues los dos nos quedaremos con la duda.
Lo pensé durante unos instantes. Al final decidí contárselo. Algún día tendría que salir a la luz, y de todas formas quería saber qué es lo que le pasaba. Si era la única manera, tendría que aceptarlo.
- De acuerdo. Pero antes de nada quiero que me prometas que cumplirás un par de condiciones después de contarte esto. Primero, nadie debe saberlo, si algún día quiero contárselo a alguien, que sea decisión mía, no puedes hacer ni decir nada para obligarme. Y segundo, tu trato hacía mí seguirá siendo el mismo, no sentirás lástima de mí ni tu trato será diferente hacia mi persona. ¿Queda claro?
Marc lo pensó un poco antes de asentir con la cabeza. Yo tomé aire profundamente antes de empezar a continuar mi historia.
- Ya sabes que yo vine desde España. Allí, hasta hace un tiempo, fui muy feliz. Tenía a mis padres, que me adoraban, y yo a ellos, y a mis amigas, con las que me llevaba genial y podía contar con ellas para lo que fuese. Todo iba bien, tanto en casa como en el instituto. Mis padres cada día estaban más enamorados. Así que decidieron darse una segunda luna de miel. Yo ya era mayor y podía cuidar de mí misma durante las 2 semanas que iba a durar su viaje. Me ofrecieron irme con ellos, como unas vacaciones en familia, pero les dije que no. Necesitaban un tiempo a solas, y no podía negárselo. Y el gran día llegó, se iban de vacaciones por fin y yo estaba excitada por pasar tanto tiempo sola en casa. –respiré un poco antes de continuar
- Me encontraba fuera de casa cuando recibí una llamada al móvil. Era un agente de policía. Me dijo el nombre de mis padres y me preguntó si era familiar directo. Le dije que era su hija. Entonces me dijo que el avión había explotado en el aire. No sabían lo que había sucedido. Pero sí sabían que no había supervivientes. Lo único que recuerdo es que me tiré al suelo y empecé a gritar…
Estaba llorando, lo noté cuando Marc me abrazó para consolarme, y cuando le miré, vi que él también lloraba. Le abracé y seguí llorando hasta que conseguí calmarme lo suficiente para continuar.
- Por eso vine a Windsor. Mis abuelos viven aquí y son la única familia que me queda. Mis padres no tenían hermanos y mis otros abuelos murieron hace unos años. No tuve más remedio que venir aquí… aunque ahora no me arrepiento.
Las manos de Marc recorrieron mi cara, como si fuera una persona ciega, memorizando todo mi contorno. Entonces suavemente, se acercó y me dejó un tierno beso en los labios. Yo abrí los ojos sorprendida, pero caí en la cuenta y no dejé que me engatusase.
- Bueno, ya sabes mi historia. Ahora te toca contarme la tuya.
Me miró fijamente y con dolor en su rostro, se puso de pie y caminó de nuevo hacia la ventana. Se apoyó en el marco y comenzó a hablar.
- De acuerdo. Te contaré mi historia. Pero cuando termine, yo sólo te pediré una única condición. Qué me cuentes lo que piensas. Si no quisieras volver a saber nada de mí lo entenderé. Lo único que pediría también es que tú, al igual que yo, guardes mi secreto.
Me miró fijamente y en mi cara vio que aceptaba las condiciones.
- Entonces de acuerdo otra vez. Tú lo quisiste. Te contaré mi historia, que a la vez, es mi maldición…

domingo, 24 de enero de 2010

Capítulo 8: PESADILLA

Me sentí impotente. No sabía como reaccionar. ¿Por qué se comportaban así? Los oí gruñirse, mirarse fieramente…
- ¡Chicos, parad! –Gritó Emma, corriendo haciendo ellos y poniéndose entre los dos- ¿se puede saber qué os pasa?
Vi que bajaban los brazos, aunque seguían mirándose con odio. Marc se giró y empezó a andar. ¿Se iba? Corrí tras él.
- Marc, ¿dónde vas? –le pregunté cuando me faltaban pocos pasos para alcanzarlo. Él se giró y me dirigió una mirada cargada de dolor.
- Voy a casa. No puedo estar aquí. No viendo como él te… -cortó sus palabras y apretó los puños de nuevo.
- Por favor… quédate –supliqué-. No te vayas…
- Tengo que irme. No puedo Charlotte, en serio. No lo entenderías
- ¿No entendería el qué? ¿Por qué no pruebas a explicarme? –no quería que se marchase. Quería estar con el… aunque también con Peter. Acababa de conocerlo, pero quería que ambos estuviesen a mí alrededor.
- No podría explicártelo aunque quisiera. –se acercó a mi y dio un cálido, aunque corto abrazo. Dejó un beso en mi coronilla, se giró y echó a correr. Yo me quedé allí, mirándolo como una tonta, con los brazos extendidos al haber intentado abrazarlo yo también.
Volví donde estaban Emma y Peter. Estaban discutiendo. Yo no quería meterme por medio, pero quería saber qué había pasado hace unos momentos.
- Te he dicho que no voy a pedirle ninguna disculpa. Yo no hice nada. Fue él.
- ¿Y qué es eso tan grave qué te ha hecho? A ver, explícamelo, porque yo no vi ni oí nada.
Peter calló al oír esto de Emma. De repente dio la vuelta y volvió a su casa.
- ¡El paseo se ha acabado! –gritó por encima de su hombro antes de cerrar la puerta de su casa.
Emma me miró pasmada. Yo estaba tanto o más asombrada que ella. ¿Acaso no había dejado de oír durante días que ellos eran los mejores amigos, que darían todo el uno por el otro? No sabía que había pasado, o si esto era normal, aunque por la expresión de Emma lo dudé.
- ¿Tú sabes algo que yo no? –me preguntó. Yo solo negué con la cabeza. No tenía ni idea de qué había pasado.
Al final decidimos irnos cada una a su casa. Teníamos deberes que hacer. Sólo esperamos que al día siguiente todo se hubiese arreglado. Llegué a casa tan pronto que hasta mis abuelos se preocuparon. Les dije que nos habíamos recogido antes para ponernos al día con las tareas, porque nos habíamos retrasado. Me miraron con orgullo, como si pensasen que sabía anteponer unas cosas a otras.
Subí a mi cuarto y después de acabar todo me acosté en la cama, vestida y todo. No dejé de dar vueltas, mientras pensaba en la actitud de Peter. En ese rápido acercamiento que habíamos tenido. Apenas nos conocíamos. ¿Por qué hizo lo qué hizo? Y Marc… ¿por qué tenía tanto dolor? ¿Por qué no me dejó ayudarle? Y lo más importante. ¿Qué tenían estos dos chicos que acababa de conocer, que hacían que me preocupase tanto por ellos?
Al rato me di cuenta de que debía estar dormida no podía estar viviendo yo esto realmente era imposible……
Me encontraba tomando aire fresco, sin nadie, como habituaba en España, tener mis momentos de soledad. Iba por una senda que llevaba al espeso e inmerso bosque, cuando vi entrar hacia el bosque a Marc; le seguí instintivamente aunque tenia mi momento de soledad, me apetecía la compañía de Marc. Al entrar en el bosque empezó aparecer una niebla extensa, daba terror estar allí sola, no hacia mas que mirar a los lados intentando localizar a Marc, no le veía por ningún lado, pero yo le había visto entrar hacia el bosque, últimamente andaba muy raro e irreconocible, siempre quería estar solo.
Llegue a un claro, vi a Marc en un árbol apoyado, con mirada perdida, me acerque lentamente, cuando de repente un perro enorme se cruzo en mi camino, quedando entre Marc y yo; sus ojos mostraban furia y rabia, haciéndome sentir desorientada e inquieta; el perro se puso en posición de atacar y rápida e increíblemente Marc se puso a mi lado en posición de ¿atacar? ¿Que iba hacer un simple humano contra ese enorme perro?
Por mi mente solo se me pasaban imágenes de Marc tirado a mi lado, mientras el furioso perro nos atacaba sin sentir piedad alguna por nosotros, intentaba gritar a Marc que huyera pero de mi boca no salia ningún sonido, estaba tan aterrada que no podía ni hablar ni moverme. Volví a mirar a Marc y estaba en el cuello del perro mordiéndole, se giro hacia mí, con toda la boca llena de sangre, venia hacia mi, cuando…..
De repente me desperté en mi cama, con todavía la ropa puesta y sudando de la horrible pesadilla que había tenido, ¿que era ese sueño? ¿Y que significaba?
No pude pegar en toda la noche, por lo que fue a clase con unas enormes ojeras y un sueño que me devastaba, Emma me esperaba en la puerta como todos los días, de camino a clase la conté lo que había soñado y me miro extrañada, creo que pensó que estaba loca.

viernes, 22 de enero de 2010

Capítulo 7: INTUICIÓN

Esperé en la puerta de clase a Emma para salir juntas del instituto. Íbamos andando por el pasillo y apareció Marc, poniéndose a nuestro lado.
-Hola chicas-nos sonrío-¿me acompañáis a casa de Peter para ver que le ha pasado estos días?
A Emma se le ilumino la cara como si Marc hubiese sabido lo que exactamente Emma estaba pensando en ese momento. Sé que no me había dicho nada por mis caras cuando hablaba de ellos en los primeros días, pero mi actitud hacia Marc había cambiado desde el mismo día que le conocí. Esperaba que pasara lo mismo con Peter pero sin llegar a enamorarme también de él.
La escuela no se encontraba muy lejos de su casa. Que suerte tenia este chico, vivía al lado del castillo y casi del instituto, pensé para mi con una sonrisa. Llegamos a la casa, Marc y Emma se encontraban en la puerta llamando al timbre y yo detrás de ellos, resguardada. La señora Harris nos abrió y al vernos su cara se iluminó con una sonrisa.
-Hola chicos, pensaba llamaros hoy mismo- dijo poniéndose seria-. Peter lleva sin salir de su cuarto desde hace tres días, desde que vino de su paseo no ha querido salir de su habitación- dijo con cara de preocupación.
- ¿No ha salido en tres días para comer nada tampoco? –dijo Emma alarmada.
- No ha salido, le dejábamos la comida en la puerta y cuando oía que me había marchado la cogía - se le cayó una lagrima mientras hablaba- no sé que le sucede, nunca se ha comportado así. Por favor chicos intentad hablar con él.
-De acuerdo Señora Harris, lo intentaremos –dijo Marc seriamente-. No dejaré que mi mejor amigo se destruya.
La señora Harris nos dejó pasar. Emma y Marc subieron por las escaleras y yo les seguí hasta que se detuvieron enfrente de una puerta, quedándome detrás de ellos. Llamaron a la puerta y de repente un voz estruendosa nos hecho.
-Vete mamá, sabes que no me apetece salir, llevo diciéndotelo tres días- dijo la voz enfurecida
-No somos tu madre Peter somos Marc, Charlotte y yo, Emma, ábrenos por favor estamos muy preocupados por ti y tu madre también- dijo Emma sollozando.
-Iros por favor chicos, no quiero que me veáis- dijo la voz relajándose- y, ¿quién es esa Charlotte que habéis mencionado?
-Es una chica nueva en el instituto, amiga nuestra- dijo Marc- es una persona increíble deberías conocerla de veras, se que te iba a caer muy bien.
Noté como mis mejillas se sonrojaban al oír hablar de mí así a Marc. ¿Persona increíble? No creo que me mereciese un apelativo semejante, y menos viniendo de él, que era casi como un Dios.
Sonreí como una tonta mientras Emma me miraba extrañada. Intenté cambiar mi cara para que no notase nada, pero no pude evitar sonrojarme porque me hubiera pillado así.
- Venga, Peter. Abre la puerta. Podemos salir a dar una vuelta, y así te despejas un poco –dijo Emma-. Sabes que somos tus amigos y que puedes contar con nosotros para lo que necesites, ¿verdad?
- Está bien… Pero sólo un rato. Por favor, esperadme abajo. Tengo que ducharme y eso.
Marc y Emma sonrieron al escucharle. Bajamos las escaleras y pasamos al salón. Era enorme, y asombrada miré la televisión. Sería al menos de 100 pulgadas, como si fuera una especie de cine privado. Debajo había un home cinema y varias videoconsolas, todas último modelo: la wii, la x-box, la play station 3… Miré a Emma y le pregunté:
- El padre de Peter tiene que tener un buen trabajo. Sólo con mirar la casa y todo lo que tienen… Yo no podría permitirme algo así ni trabajando cien años.
Emma me miró preocupada antes de contestarme.
- Si puedes, no saques el tema de su padre delante de Peter. No le gusta hablar de ello. Él apenas le recuerda, porque se fue cuando era pequeña, dejándolos a él y a su madre solos. Su madre no trabaja, porque por suerte los abuelos de Peter se hicieron cargo de ellos y, al morir, les dejaron esta casa y una buena herencia.
Mi cara cambió inmediatamente. Pobrecillo. Yo por lo menos tenía el consuelo de saber que mis padres me habían querido siempre, pero que nunca hubieran sido capaces de dejarme sola. Éramos una familia feliz. Las lágrimas volvieron a mis ojos al recordarlos. ¡Dios! Odiaba llorar, y menos delante de ellos. Sin poder evitarlo, unos pequeños sollozos se me escaparon. Emma quedó sorprendida y vino dispuesta a consolarme, pero alguien se le adelantó. Me fijé y vi que Marc me había cogido entre sus brazos. Me abracé a él y puse mi cabeza en su pecho, sollozando cada vez más fuerte. No podía parar.
Ellos se miraron extrañados, mientras Marc me daba pequeñas caricias en la espalda, susurrándome suavemente al oído “ya pasó, pequeña”. Cuando conseguí contenerme les pedí disculpas, pero no dejaron la cosa correr.
- ¿Qué te pasa Charlotte? –Me preguntó Emma preocupada mientras Marc me abrazaba más fuerte-. Ya son varias las veces que se te saltan las lágrimas así sin motivo aparente.
- Cuéntanos qué le preocupa a esa linda cabecita –dijo Marc. Yo dudé si contarlo o no contarlo. No lo veía oportuno. Pero alguien me salvó. Oímos un ruido y Peter estaba en la puerta del salón, esperándonos. Abrí mis ojos como platos. Este chico era enorme. Debería medir unos dos metros. Era ancho, musculoso. Y tenía cara de niño pequeño, muy dulce, como quién no ha roto un plato en su vida.
- Bueno, ¿no queríais salir? Ya estoy preparado, y hablé con mi madre. Se alegra de que esté de vuelta –dijo luciendo una sonrisa. Me quedé ahí, mirándolo. Marc debió ver algo, porque noté que tensó su abrazo alrededor mío. Me deshice de él, para ponerme de pie y así, ponernos en camino.
- Creo que Charlotte iba a decirnos algo… -dijo Emma mirándome preocupada de ver mis cambios de humor.
- No, no es nada chicos, en serio. Es sólo el cambio de país, de escuela, de amigos… Hasta que no me acostumbre a esto…
Me miraron de nuevo, aunque no dijeron nada más. Creo que no terminaron de creerme, pero por lo menos no insistieron. Noté a alguien a mi lado, y vi que era Peter. Me miraba directamente a los ojos. Me sonrojé, aunque le mantuve la mirada. Cogió mi mano y depositó un suave beso en ella.
- Un placer –susurró con su boca muy cerca de mi mano, dejando en ella su calido aliento y poniéndome muy, muy nerviosa-, soy Peter. Espero que no te hayan dicho nada malo sobre mí. Si lo han hecho… no te creas nada. –soltó una radiante sonrisa que hizo que mi cuerpo pareciese electrificado. ¿Qué me estaba haciendo aquel chico?
El levantó su vista, soltó mi mano y pasó su mano alrededor de mis hombros, atrayéndome hacía él. Sentí ondas de electricidad recorrer todo mi cuerpo.
- ¿Salimos? –preguntó, aunque no esperó respuesta. Salimos por la puerta, y yo miré hacía atrás. Emma estaba boquiabierta, y Marc… Marc reflejaba un dolor enorme en su cara. Sentí la necesidad de correr y abrazarlo, pero Peter estrechó su brazo sobre mí, haciéndome girar la cabeza de nuevo hacia delante. No podía dejar de sentir esa corriente por todo mi cuerpo.
Al final oí pasos detrás de mí, así supe que nos seguían hacia la calle. Cuando salimos, Marc se puso justo a mi lado, mirándome con ojos sorprendidos. Sus ojos se alzaron y miré a mi izquierda, donde estaba Peter. Observé perpleja la cara de ambos. Sus ojos soltaban chispas, y se miraban con rabia. Me solté de Peter y me dirigí hacia Emma. Cuando llegué hasta ella me volví para ver a los dos chicos. Seguían en el mismo sitio, uno frente a otro. Sus ceños estaban fruncidos, sus puños fuertemente cerrados, y se miraban con… ¿odio? No podía ser, había oído qué eran los mejores amigos. Sus cuerpos se movieron lentamente, colocándose en actitud defensiva. Y entonces lo comprendí. Mi intuición me lo dijo. Se estaban preparando… para luchar.

miércoles, 20 de enero de 2010

Capítulo 6: EL SUEÑO

Noté que una suave brisa llegaba a mi cara. Abrí los ojos poco a poco, encontrándome muy cómoda en la posición que estaba. Me sobresalté al mirar a mi alrededor y encontrarme en medio del bosque. Intenté levantarme, pero unos fuertes brazos me tenían sujeta acunándome.
Levanté la vista asustada. Cual sería mi sorpresa cuando comprobé que era Marc quien me cogía de esa manera. Vi que sonreía cuando notó mi cuerpo relajarse tras realizar mi comprobación. Lo miré a los ojos y contemplé un brillo extraño en ellos.
- Lo siento si te desperté, pero necesitaba verte esta noche, aunque fuese mientras dormías. Entré a tu cuarto a través de la ventana, pero tu olor concentrado en esa habitación era la peor de las torturas. Decidí sacarte de allí para poder observarte sin… tanto riesgo. –Puso mala cara al decir estas palabras, dando la impresión de que había hablado de más.
No tenía ni idea de lo que me quería decir. Mi cerebro no funcionaba bien todavía a esas horas, así que sólo sonreí mientras bostezaba y me acurrucaba en su pecho. Pero no podía dormirme, no estando él aquí. Le miré de nuevo.
- ¿Por qué no duermes? Mañana prometiste ir al instituto, y después de haber estado enfermo deberías descansar para encontrarte con fuerzas.
- No podía dormir. Estos dos días que estuve enfermo dormí demasiadas horas y me encontraba desvelado. Por eso decidí ir a verte.
- ¿Cómo sabías dónde vivía? –pregunté extrañada.
Me miró sorprendido y vi que tardaba en responder.
- Mmm… mi madre conoce a tus abuelos, cuando salí de mi cuarto me comentó sobre ellos y donde vivían… Sólo me quedé con la dirección –me dijo sonriendo.
No terminé de creerme lo que me contaba, pero tampoco tenía ganas de discutir. Sólo quería dormirme de nuevo, aunque quería saber todo sobre él.
- Háblame de ti –le dije con voz somnolienta.
- ¿Qué quieres saber?
- No sé. Cuéntame cosas de tu vida. Emma no dejó de decirme durante dos días lo maravillosos que sois tú y Peter. Quiero comprobar por mí misma si eso es cierto. -¡Ups! ¿Yo dije eso? Me sonrojé al darme cuenta de lo que acababa de decir. Menos mal que estaba oscuro y mi cara medio escondida entre su pecho. Como se notaba que tenía sueño y no pensaba bien las cosas.
Él me miró sorprendido, pero vi que sonreía antes de continuar.
- Bueno, no creo que sea tan “maravilloso”. Lo que pasa es que Emma es mi amiga y me quiere demasiado, por eso sólo dice cosas buenas de mí. Pero conoce mis defectos como la que más. En fin, te contaré un poco sobre mí, si de verdad quieres conocer mi rutinaria vida. Pero si en algún momento te aburro, házmelo saber, ¿de acuerdo? –sólo asentí, por lo que el continuó- Bien. Pues… tengo 17 años, y mi cumpleaños es el 25 de agosto. Soy hijo único. No sé porqué mis padres no tuvieron más hijos, aunque los tres somos felices a pesar de que seamos una familia pequeña. En mi tiempo libre me escuchar música, leer, estar con mis amigos… En fin, supongo que lo normal a esta edad, ¿no?
Estaba escuchando lo que me decía, pero su voz era tan dulce que la sentía como si me arrullara. Poco a poco el sueño me venció, así que no terminé de escuchar lo que me contaba sobre él. Lo último que recuerdo oír fue “descansa, pequeña”, y que sus labios dejaron en mi frente un pequeño beso. Me sentí tan en paz conmigo misma que por primera vez en muchos meses dormí totalmente relajada y sin tener ningún sueño triste sobre mis padres.
De pronto, un extraño ruido me sobresaltó. Me incorporé y vi que estaba en mi cama. Busqué el ruido y me di cuenta que era mi despertador. Lo apagué y miré a mi alrededor, como si mi habitación fuese el último lugar dónde esperaba encontrarme. Intenté recordar algo de anoche, algún detalle en concreto. Pero nada se pudo hacer. No sabía si había pasado en realidad o había sido sólo un sueño… Me levante de la cama sofocadamente, dándome una ducha rápida y saliendo de casa sin desayunar siquiera. Necesitaba ver a Marc, aunque, ¿me iba a atrever a preguntarle si anoche habíamos estado en el bosque juntos? ¿O que solo era un sueño mío? No creía poder atreverme a decirle nada. Intentaría olvidarlo, ya que mi imaginación era demasiado fantasiosa, siempre me pasaba lo mismo. Llegué a la puerta del instituto y allí me esperaba Emma y para mi sorpresa también Marc. Emma tenía cara de tristeza por lo que me imagine que Peter no había aparecido, y Marc me miraba con ojos enternecedores y me sonreía. Me acerqué a ellos y entramos en clase y como no, era mi amiga, la de literatura, pensé para mí sonriendo. Entramos y me senté en mi sitio y Marc a mi derecha. Emma se sentaba en la fila primera y nosotros casi al fondo, la verdad que mejor, menos visibilidad de mi profesora hacia a mí.
Notaba la mirada de Marc encima de mí, poniéndome más nerviosa aún. Cuando la profesora se puso a escribir en el encerado más nombres de escritores, una nota llego a mi mesa, pillándome de sorpresa:
“Anoche tuve un sueño maravilloso, ¿tú no?” me giré instantáneamente y vi una sonrisa alumbrándole la cara. Me giré hacia el susurrándole
- ¿Esto que significa? ¿Qué anoche en verdad no fue un sueño?
Pero justo la profesora se dio la vuelta y me pilló mirando a Marc, hablándole. Cuando vi que me había visto me puse recta en mi silla mirando al frente.
- Me parece bien Señorita Other que no le interese la clase, pero no entretenga a sus compañeros si hace el favor- dijo mirándome fijamente.
La clase siguió sin más interrupciones y no pude hablar con Marc, estaba deseando que sonara el timbre y poder hablar tranquila y seriamente con él, tenia que explicarme lo de anoche y lo de la nota que me había mandado. Sonó el timbre, recogí mis cosas y al salir de la clase Marc había desaparecido.

lunes, 18 de enero de 2010

Capítulo 5: CONEXIÓN

Marc siguió mirándome fijamente, en sus ojos se veía furia y miedo. No entendía muy bien porqué, este silencio que había en la habitación lo hacia todo mas difícil, por lo que me dispuse a hablar con él.
-Marc, ¿no vas a volver a ir al instituto nunca más? La verdad que Emma os echa mucho de menos allí, se le nota al hablar, todo el rato mirando hacia vuestra mesa-dije seriamente-. A propósito soy vuestra compañera de pupitre, me pusieron entre vosotros dos-dije sonriendo dulcemente, el miedo que había sentido anteriormente ahora ya había desaparecido.
El seguía mirándome fijamente, sin decir nada, pero había cambiado algo en su mirada, ya no me miraba con furia. El miedo también había desaparecido; en cambio había una chispa de felicidad en ellos, noté como relajaba su cuerpo, acercándose a la cama y sentándose en ella. Me acerqué con cuidado y me senté a su lado, a unos pocos centímetros de él, pero mi cuerpo sentía como si el suyo lo llamase con una corriente muy potente. Los dos nos quedamos mirándonos anonadados y simultáneamente, casi sin darnos cuenta, nuestras cabezas se fueron juntando, aproximando nuestros labios. Estábamos apenas a dos centímetros de besarnos cuando llamaron a la puerta.
-Chicos, abridme, que ya terminé la llamada y me habéis dejado aquí fuera-dijo soltando una risita nerviosa.
Marc se levanto de la cama y abrió la puerta lentamente, dejándola pasar. Esa conexión que había notado entre él y yo había desaparecido de repente, dejando paso a una gran confusión. Intercambiamos unas miradas y Emma pareció notarlo.
-¿Qué sucedió en mi ausencia chicos?-nos miró fijamente-. Os noto raros. ¿No la habrás conquistado a ella también como a todas las demás, verdad Marc?- lo miré seriamente-. Con ella quiero que no te comportes como un casanova, es mi amiga y no quiero que le hagan daño.
¿Su amiga? pero si apenas me conocía de dos días. Marc la miró igual de sorprendido que yo, sin poder creerse que me defendiera así, del que era uno de sus mejores amigos.
-Emma tranquila nadie ha conquistado a nadie- dije sonriendo tímidamente-. Así que no hace falta que te enfades con él.
-No estés tan segura de eso- dijo Marc en un susurro. ¿Qué no estuviera tan segura de qué? ¿A quién de las dos se lo decía y sobre qué? No entendía nada, de verdad, pero pareció que Emma se calmó un poco con Marc. Estuvimos otro rato con él, y cuando empezó a oscurecer parecía echarnos de su casa, por lo que no insistimos. Nos fuimos rápidamente, no sin que antes él le prometiera a Emma que al día siguiente iría al instituto. Se notaba que no quería ir, pero Emma le insistió tanto que al final dijo que sí solo porque lo dejase en paz. También le dijo que hablara con su madre, porque estaba preocupada por no haberle visto en dos días a pesar de haber estado en su casa. Y que comiese algo, que tenía mala cara. Al oír esto, la cara de Marc cambió. Volvió a ponerse serio, con un deje de tristeza, pero asintió sin decir nada más.
Salimos de su casa y mientras caminábamos por la calle, no hacia más que girarme intentado volver a verle antes de perder el edificio de vista. Suspiré, no quería irme… Pero era tarde y mis abuelos empezarían a preocuparse sino llegaba. Al final no pude resistir más y tuve que hablar.
-Mañana podríamos acompañar a Marc a casa, para que no pase tanto tiempo solo, no es tan egocéntrico ni malo como me había imaginado- dije sonriendo a Emma-. Lo que noto es que es un poco… solitario, ¿no?
-¡Qué va! Marc no es así para nada. No sé que le habrá picado hoy, pero él es de lo más sociable. Siempre está rodeado de gente y habla con todo el mundo. Supongo que serán las secuelas de haber estado enfermo lo que le haga comportarse así… Pero de todas formas, mañana querría ir a ver a Peter. Ya sabemos que Marc va a ir mañana al instituto, pero si Peter no aparece, deberíamos ir a su casa después de clase. Si eso pasa, le diré a Marc que nos acompañe. A él también le extrañó mucho que Peter tampoco hubiese ido a clase…
- La verdad es que es un poquito raro, ¿no? Y debe tener un gran oído cuando me oyó fuera de su cuarto, ni tan siquiera hablé.
- Ahora qué lo dices es cierto. Nunca me lo habría imaginado de él, suele ser bastante despistado. Hay veces que estás detrás de él, lo llamas, y ni se entera.
Emma se quedó pensativa mientras seguíamos andando. Llegamos hasta el cruce donde nos desviábamos para ir cada una a su casa y nos despedimos. Caminando hacia mi casa seguí pensando en Marc. En sus ojos negros y profundos. En sus rasgos marcados. En lo suave que noté su piel en el abrazo… ¡Arg! ¿Qué me pasaba? Nunca le había prestado atención a ningún chico y llega Marc, con su sonrisa radiante, con su cara y su cuerpo perfecto, su mirada de ángel… ¡Buf! Ya estoy otra vez. No, lo que debo hacer es no pensar en él, no tiene nada que ver conmigo, y ya oí a Emma, no quería que fuese otra de sus conquistas… ¿Con cuántas chicas habrá estado? Probablemente con más de las que yo haya conocido en mi vida, y no me extrañaría, con ese cuerpo… ¡Ay! ¡Qué no debo pensar más así!
Mientras estaba con mis cavilaciones llegué a casa. Mis abuelos estaban cenando, me dijeron que me habían intentado esperar, pero como no llegaba habían empezado. Miré el reloj y no eran ni las 6. Típico de los ingleses, cenar a estas horas. En España habría gente que todavía estaría hasta con el café.
Me senté, y mis abuelos me preguntaron que tal el colegio. Les contesté que bien, y que ya había hecho una amiga, así que no había tenido mucho problema en adaptarme. Ellos se alegraron, porque pensaban que debido a lo que les había pasado a mis padres probablemente estaría más retraída, pero vieron que no.
Después de cenar subí a mi habitación e hice mis deberes. Me acosté temprano porque notaba que me pesaban los parpados. Demasiadas emociones en un mismo día, pensé para mí. Me puse música para dormir mejor, sin oír el ruido de una suave lluvia que había empezado a caer, mientras me dejaba llevar por un profundo sueño…

viernes, 15 de enero de 2010

Capítulo 4: MONSTRUO

Nos detuvimos delante de una puerta. No sabía porqué, pero lo único que quería era correr y salir de allí cuantos antes. Emma me miró extrañada, pero a pesar de todo tocó a la puerta.
- Mamá, ¿quieres dejarme en paz? –Dijo una voz grave, aunque a la vez dulce. Miré a Emma y vi que estaba asombrada y no sabía porqué.
- Marc, ¿estás bien? Soy yo, Emma. Quería saber como te encontrabas ya que llevas dos días sin aparecer por clase y sin contestarme al teléfono.
- ¿Emma? ¿Se puede saber qué haces tú aquí? –Nos contestó desde el otro lado de la puerta con un tono un tanto hostil. Emma estaba cada vez más extrañada, así que siguió golpeando la puerta.
- Porque quiero saber qué te pasa, abre de una vez la maldita puerta, quiero hablar contigo –el tono de Emma empezaba a sonar enfurecido. No la había oído hablar nunca así, lo que me dejó perpleja-. Me dejasteis sola en el instituto sin ningún tipo de explicación, ni tú ni Peter habéis ido a clase y ni tan siquiera podéis mandarme un mensaje o un correo para saber algo de vosotros.
-¿Peter? –Oímos que la voz dentro de la habitación también estaba asombrada- ¿No ha ido a clase? ¿Qué le pasa?
- ¡Eso me gustaría saber a mí! Ayer estuve en su casa y lo único que me dijo su madre era que estaba enfermo y no me dejó verlo. Y ahora contigo estoy en la misma situación. ¡Es muy frustrante! –A Emma se le dibujó un mohín en su cara.
La voz dentro de la habitación no contestó. Permanecimos unos minutos a la espera, mientras Emma se iba poniendo más y más tensa. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, y volvió a golpear la puerta con rabia.
- ¡Marc, o abres de una vez la puerta o te juro que la tiro abajo! –gritó-. Me da igual la enfermedad que tengas o si me la contagias, pero quiero verte, ¡y ya mismo!
Él empezó a reírse en el cuarto. Pero no era una risa alegre como cuando te dan una buena noticia. Era una risa tensa, e histérica, que me puso aún más nerviosa si podía ser.
- ¿Contagiarte? –Preguntó- Oh, amiga mía, te aseguro que el que te contagiara sería el menor de tus problemas…
Se oyó abrir el seguro a la puerta. Nos miramos y Emma iba a coger el pomo cuando volvió a hablar.
- Entrad tú y tu acompañante… Pero será porque lo habéis querido. Yo no quería que esto fuese así…
Miré a Emma con miedo. Ella no me había nombrado en ningún momento. ¿Cómo sabía él que yo estaba aquí? Empecé a temblar y cogí a Emma del brazo y tiré de ella.
- ¡No! –le susurré-. No quiero entrar ahí. Algo no va bien, Emma.
- ¿Qué dices, Charlotte? Es mi amigo, creo que lo conozco lo suficiente como para saber que no me va a pasar nada si estoy a solas en un cuarto con él.
A pesar de qué hablábamos en susurros, la voz de la habitación volvió a reír estruendosamente. Sé que no podría habernos escuchado, pero algo en mi interior me dijo que si nos había oído. Volví a mirar a Emma con ojos suplicantes, pero no me hizo caso. Entramos en la habitación y miré a mí alrededor. La cama estaba hecha, todo parecía ordenado. ¿De verdad aquí había un enfermo? Y a propósito… ¿dónde se encontraba?
Un ruido tras nosotras nos sobresaltó. Nos giramos y vimos que volvía a cerrar la puerta con seguro. Siguió de espaldas y comenzó a hablar de nuevo.
- Bueno Emma, ya me viste… como observarás me encuentro en perfectas condiciones, así que si no es molestia, me gustaría que te fueses cuanto antes. Tengo… cosas que hacer.
- ¿Qué haces en pie y vestido? –Le encaró Emma-. ¿No se supone que estabas enfermo? ¿Y qué te ha pasado en la voz? Suena muy distinta –cuando dijo esto entendí porqué estaba extrañada antes cuando lo oyó hablar-.Mira tu cama, está hecha. No te reconozco Marc, tú nunca perderías clase por cualquier nimiedad, sé que quieres una nota alta para ingresar en la universidad sin problemas.
- El instituto ya no me… importa. Tengo que hacer cosas muchos más importantes. Eso quedó en el último plano.
- ¿Qué me estás diciendo? ¡No te creo! –Gritó Emma con una mueca de horror en su cara-. Gírate ahora mismo, mírame a la cara y dime que eso es cierto.
Una risita se escuchó por la habitación, no tan fuerte como antes, pero si tan clara y tan desquiciante que me puso los pelos de punta.
- Si eso es lo que quieres… No podré negarme.
Lentamente comenzó a volverse hacia nosotras. Yo lo miré y quedé impactada. Todo lo que Emma me había dicho acerca de este chico no le hacia justicia. Era el chico más guapo que se pueda imaginar, alto, más bien delgado, y su cara… ¡oh, su cara! Podría quedarme horas mirándolo y no tendría suficiente. De pronto observé sus ojos. Eran negros, más negros que cualquier noche oscura, y nos miraban inquisitivamente. Uno tras otro me recorrían escalofríos por todo el cuerpo y no podía evitarlo. Entonces me fije en su expresión. Era dura, nos miraba como si le estuviésemos haciendo el mayor daño inimaginable, con un odio tan inmenso… Mis ganas por salir de allí aumentaban a cada momento.
- Marc, ¿qué te ocurre? –escuché la voz de Emma y me sobresalté. Había olvidado que ella estaba aquí. Me recriminé mentalmente por quedarme mirándolo como una tonta.- estás muy… cambiado. ¿En serio que te encuentras bien?
Ella se acercó con la mano en alto para tocarle la frente a ver si tenía algunas décimas. Y… no sé como explicarlo, al momento él no estaba ahí, miramos a nuestro alrededor sorprendidas, me sobresaltó y mi corazón iba a mil por hora, no me esperaba algo así. Lo encontramos al lado de su ventana, como si hubiera estado siempre ahí y no a nuestro lado como hasta hace un segundo.
-¿Qué… qué fue eso? –pregunté. Yo misma me extrañé cuando mi voz salió, no sé como pude hablar.
Entonces él me miró. Cómo si se acabase de dar cuenta de que yo estaba ahí. Me miró como si fuese un ciego el cual puede ver un arco iris por primera y única vez en su vida. Algo dentro de mí me decía que saliese de allí, pero sin poder evitarlo me acerqué a él lentamente mientras me miraba cada vez más fijamente. Cuando estaba a tan sólo unos pasos soltó un gruñido aterrador y su expresión se volvió inhumana. Yo retrocedí asustada y caí al suelo. ¿Qué acababa de pasar?
Se giró y se apoyó en la ventana, quedando nuevamente a espaldas de nosotras. Lo oí como le costaba respirar, como si se estuviese ahogando. Miré a Emma, me levanté y fui hacia ella. Me cogió del brazo, dirigiéndonos a la puerta. Cuando quitamos el seguro e íbamos a salir, nos llamó.
- Por favor… no os vayáis, por favor… No quiero seguir solo. –cayó de rodillas y empezó a llorar junto a su ventana.
Sin saber porqué, mis piernas empezaron a moverse solas dirigiéndose hacia él. Le acababa de conocer y una fuerza hacia que me atrajera enormemente, me agaché a su lado y automáticamente mis brazos le abrazaron como si fuese un amigo de toda la vida. Estaba muy frío, por no decir helado y, al notar mis brazos, se sobresaltó como si no hubiese oído que me había acercado a él.
-Por favor no os vayáis, pero no os acerquéis demasiado a mi, soy un monstruo –dijo mientras seguían cayéndosele las lagrimas.
-¿Por qué dices que eres un monstruo Marc?-dijo Emma mirándole preocupada- tú no eres un monstruo, eres mi mejor amigo.
-De verdad, hacedme caso y tomad mis advertencias, no os acerquéis demasiado, podéis correr peligro, no puedo deciros más-dijo ya sin lágrimas en los ojos, pero con cara de dolor.
-¿Qué te ocurre Marc?-me sobresalte al oír mi propia voz sonar tan segura-te ha debido de pasar algo muy grave para que te consideres un monstruo
Él parecía sorprendido de mi preocupación hacia él nada mas conocerle, la verdad yo tampoco lo entendía, había temido tanto el momento de conocerles desde hace dos días y ahora me veía enormemente preocupada de él. Una llamada en el móvil de Emma me sacó de mis pensamientos.
-Chicos enseguida entro, es mi madre- giró el pestillo de la puerta, saliendo por ella.
Marc se movió rápidamente cerrándola de nuevo, se giro hacia mí, observándome con una mirada de pánico y rabia a la vez, no entendía que podía haberle hecho yo para que su mirada hacia a mi fuera esa.
No podía retirar mi mirada de su cara, esa belleza me estaba atrapando en un mundo del cual no me dejaba escapar ni realmente quería, no entendía que me sucedía nunca me había sentido tan extraña a la hora de conocer a alguien o estar con él, este chico tenia algo que me atraía a él pero que a la vez me aterraba. Sentía que guardaba un enorme secreto y que eso era lo que le convertía en el monstruo que nos había avisado que era.

martes, 12 de enero de 2010

Capítulo 3: PRESENTIMIENTO

Emma iba un poco triste y desilusionada, si que debía de querer a esos chicos para estar así por no verles en un día, eso hizo que recordara a mis amigos, ellos en España y yo aquí perdida, sabiendo que sin ellos no podría con todo, pero no debía de ser egoísta, tenia que entender nuestra separación y la distancia que había por medio.
Emma y yo seguimos paseando, sabia que se quedaba con las ganas de ir a casa del otro chico, Marc, creía recordar de por la mañana que me los había nombrado, intentaba ponerles cara, imaginándomeles guapos, aun así engreídos, el típico chico que sabe que tiene a todas en el bote y no hace mas que creérselo, los cuales se volvían insoportables. Esperaba que a Emma se le pasara un poco el énfasis que tenia en presentármelos, la verdad a mi no me corría ninguna prisa por conocer dos egocéntricos mas en mi vida.
Estaba empezando a oscurecer y Emma se ofreció acompañarme a casa para que no me perdiera por las calles de Windsor. La verdad es que con ella me sentía a gusto y no despreciaba tanto este lugar como había llegado a creer el primer día, ella hacia que mis horas no fueran tan dolorosas allí sin la gente que había compartido conmigo todo durante muchos años. Llegué a la puerta de mi casa, me despedí de Emma con una sonrisa y entré en casa, mis abuelos se encontraban en el salón viendo la televisión. Les di las buenas noches y subí a mi cuarto sin cenar, no tenia apetito, sólo ganas de tumbarme en mi cama y llorar. Echaba tanto de menos a mis padres… sabía que me iba a resultar doloroso, pero notaba como si en mi interior faltara algo, notaba un gran vacío que me oprimía doliéndome más.
Al día siguiente me desperté con la ropa puesta y abrazada a mi almohada como si fuera mi mayor tesoro, me había quedado dormida del cansancio del día y de las lágrimas que había derramado, me di una ducha rápida, me vestí y salí hacia el instituto, llegué cinco minutos antes de que tocara el timbre. Volví a tener clase de literatura, esa mujer iba a volverme loca seguro, y vi que mis compañeros y amigos de Emma volvían a faltar. ¿Estarían bien o les habría ocurrido algo para faltar dos días?
Vi que entraba Emma a clase y miraba a las mesas vacías de sus amigos, poniendo cara de preocupación. Sabía que andaba desquiciada y comiéndose la cabeza por intentar adivinar que les había sucedido a sus amigos estos días y porqué no habían ido a clase. La clase pasó sin muchos incidentes, agradecí que la profesora de literatura me hubiese dejado tranquila y no me agobiara a preguntas como ayer. Al salir de la clase hablé con Emma, para que no estuviera tan preocupada por sus amigos, se le notaba demasiado en la cara.
-¿Estás bien Emma?- dije mirándola preocupada-. No te preocupes, ya verás como no es nada grave.
-Es que ellos no suelen faltar nunca, ni siquiera cuando se encuentran mal y si están malos me llaman para decírmelo-dijo tristemente.
No sabía qué decir para animarla. Parecía muy abatida, así que le sugerí de visitarlos de nuevo, a Marc o a Peter, incluso a ambos, le dije de ir a su casa y verlos, no sólo hablar con sus madres para ver como estaban. Si tenían algo grave se lo habrían dicho a ella, ¿no?
Ella se emocionó al oírme, me comentó que no me había dicho nada porque no sabía porqué, me notaba incómoda cuando hablaba de ellos. Yo puse la mejor cara que pude y le dije que era por todo eso de ser nueva… No quería ser egoísta, así que cuando acabó la mañana, las dos fuimos a casa de uno de ellos, de Marc esta vez.
Llegamos a casa de Marc, una casa bastante antigua, pero a pesar de ello hermosa. Me maravillé al verla, aunque pensé, ¿guapo, listo y con dinero? Con razón todas las chicas van detrás de él. Tocamos al timbre y esperamos.
- ¡Hola Emma! –Saludó una mujer al abrir la puerta-. ¿Qué haces aquí?
- He venido a ver a Marc, señora Britt, me tiene preocupada por no ir a clase. ¿Se encuentra muy mal?
- Pues la verdad es que no lo sé cielo. Anteayer llegó muy tarde a casa y subió directamente a su habitación encerrándose en ella. No ha salido ni para comer y no nos deja entrar. Puede que si vas tu y… ¡oh! Lo siento cielo, no me di cuenta de que tenías compañía, ¿quién es esta guapa jovencita que te acompaña?
- Se llama Charlotte Other, llegó hace un par de días desde España. Va a pasar una temporada con sus abuelos.
- ¿Y cómo es eso, cariño? –Me preguntó la mujer, mientras yo pensaba rápidamente una respuesta. Se me llenaron los ojos de lágrimas y las dos me miraron extrañadas.
- Esto… necesitaba un cambio de aires.
Emma me puso una mano en la cintura.
- ¿Te encuentras bien?
- Sí, no es nada, no te preocupes. Es… que me cuesta adaptarme un poco. Pensé que sería más fácil estar aquí, pero me está costando un poco…
Miré hacía otro lado mientras Emma y la madre de Marc seguían hablando de cosas que yo no tenía ni idea, y empecé a pensar en mis padres, no lo podría evitar. No sabía si hacía bien no hablando de ellos, pero todavía no estaba preparada para contarlo.
Emma me llamó y la miré preguntándome qué pasaba.
- ¡Vamos! –Me cogió del brazo y entramos en casa de Marc. Su madre cerró la puerta cuando entramos y nos miró.
- Emma, ya sabes dónde está su habitación. Prueba a ver si a ti te deja entrar, porque yo ya no sé que hacer con él.
Me llevó escaleras arriba, y no sé porqué, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y un extraño nudo se instaló en mi estómago. Tuve un mal presentimiento… como tuve el día que mis padres tuvieron el accidente...

lunes, 11 de enero de 2010

Capítulo 2: CONOCIENDO

El resto de la mañana pasó sin incidentes. Tuve suerte de que Emma estuviese conmigo en todas mis clases. La verdad es que era muy agradable, y presentí que pronto podríamos ser grandes amigas. Hablamos de muchas cosas, aunque no le conté nada de mis padres, sólo le dije que había venido a pasar una temporada con mis abuelos, lo cuál era verdad, porque tenía pensando volver a España en cuanto cumpliese los 18 y fuese mayor de edad.
A la hora del almuerzo nos dirigimos a la cafetería y quedé impresionada de lo grande que era. En mi antiguo instituto era mínima, apenas había sitio para pedir las cosas, pero este sitio era enorme. Y había mesas y sillas dispuestas donde cogería prácticamente la mitad del instituto. Después de pedir nuestras comida, nos dirigimos a una mesa vacía y seguimos hablando un poco más.
- ¿Qué tienes pensado hacer después de las clases? –me preguntó Emma.
- Pues… sinceramente, no lo tengo muy claro. Debería terminar de desempacar mis cosas, porque llegué aquí ayer y digamos que saqué las cosas justas para hoy.
- ¿Quieres que te ayude? Así después podríamos dar un paseo y te enseño un poco esto. Hay cosas interesantes que ver.
Lo pensé detenidamente. La verdad, no me parecía mala idea, sobre todo pensando el panorama en casa. Mis abuelos no me dirigían más que miradas lastimeras, por todo lo que me había pasado, pero apenas hablábamos. Llevaba sin verlos desde que era pequeña, así que tampoco nos conocíamos lo suficiente como para entablar una conversación. Y estar otro día así… no, lo mejor era salir, y la compañía de Emma me agradaba.
- De acuerdo. Y probablemente terminemos pronto en casa, porque tampoco traje muchas cosas –dije pensando en que sólo había traído dos maletas con toda mi ropa y un par de cajas con libros, fotos y cds.
- ¡Genial! Llamaré a Marc y Peter, a ver qué les pasó esta mañana, y decirles que vengan con nosotras esta tarde. Quiero que los conozcas, seguro que te llevaras bien con ellos. Son majísimos, ya lo verás.
Cuando me dijo esto, puse mala cara. La verdad, lo que me había contado de sus “estupendos” amigos no terminaba de convencerme. Los imaginaba apuestos, pero a la vez, engreídos. De la clase de gente de la que me alegré alejarme de España, viendo alguna cosa buena en todo lo que me había pasado.
Emma se percató de que estaba con mala cara y pensando en las musarañas, pero no dijo nada. Me di cuenta y me alegré de ello. No era una persona para nada agobiante, podría tener mis ensoñaciones, que ya habían sido varias esa mañana, y no interrumpía mis pensamientos.
Cuando terminaron las clases nos dirigimos a mi casa. Mis abuelos no estaban, lo que era bueno, porque tenía que explicarles que no le había dicho a nadie lo de mis padres, no quería que se les escapara cuando trajera a alguien a casa. Lo que menos deseaba era que la gente sintiese lástima de mí. Terminamos de desempacar y colocar todas mis cosas, así que salimos a ver la ciudad. Me llevó a ver el castillo de Windsor, que me maravilló. Siempre me han gustado muchos los detalles arquitectónicos, así que lo miré detenidamente mientras Emma se volvía loca con su móvil, llamando una y otra vez a sus dos amigos sin éxito, ya que ninguno le cogía el teléfono.
Mirándome con ojitos de cordero, me preguntó si me importaría acompañarla a casa de uno de ellos, Peter creo que dijo, que estaba bastante cerca, a ver si había ocurrido algo. La miré indecisa, pero al final le dije que sí. Ella había sido muy amable conmigo todo el día, así que, ¿cómo iba a negarme?
Nos dirigimos hacia la casa del chico ese, Peter creo que me había dicho que se llamaba. Estaba bastante cerca del castillo, por lo que no tuvimos que andar mucho, Emma llamo a la puerta de la casa y nos abrió una mujer con una sonrisa en la boca.
-Emma, ¿qué tal estas cielo?- dijo la señora alegremente- ¿qué haces aquí?
-Hola Señora Harris, estoy preocupada por Peter y Marc, ninguno de los dos han ido hoy a clase y me resulto extraño- dijo Emma
-Peter hoy no fue a clase porque decía que no se encontraba bien, así que le dije que se quedara en la cama descansando, la verdad que creo que anoche cogió frío porque tardó mucho en volver de un paseo- dijo la señora Harris con cara de angustia- veo que tienes una amiga nueva-dijo sonriendo
Yo me estaba manteniendo callada toda la conversación, la verdad, no veía que yo tuviera que hablar hasta que la señora Harris pareció darse cuenta de mi presencia.
-Si es nueva en Windsor, se llama Charlotte y se ha mudado aquí con sus abuelos durante una temporada- dijo Emma amablemente y dedicándome una sonrisa-. Muchas gracias por todo Señora Harris, espero que Peter se recupere pronto- dijo Emma alejándonos de la casa.

domingo, 10 de enero de 2010

Capítulo 1: MI NUEVO HOGAR

Mi nombre es Charlotte Other y mi nueva vida comienza en esta ciudad, Windsor, con mis abuelos maternos. Mis padres fallecieron hace 6 meses en un accidente aéreo, me dejaron terminar el instituto en Madrid, España, donde vivía con mis padres. Ahora me ha tocado dejar todo y cambiarme de país para poder vivir con mis abuelos, que son los que se han encargado de mi custodia, ya que tengo 17 años todavía. Me dolió dejar a mis amigas y toda una vida atrás, pero tengo que ser fuerte, o eso me digo todos los días al ver lo que he dejado tras de mí. Es mi segundo día en esta nueva cuidad y hoy es día de clase, mi primer día en aquel nuevo instituto donde me tocaba empezar de nuevo, hacer nuevos amigos, lo cual no se me daba nada bien dado mi timidez.
Entré en el instituto con paso tranquilo y sosegado, sabía que tenía que ir a la recepción a por mi horario de clases, empecé a mirar de lado a lado sin saber donde me encontraba ni a donde debía dirigirme, así que seguí andando por el pasillo hasta que llegue a la recepción. Me dieron mi horario e intente orientarme para llegar a mi primera clase. Cuando llegué a ella ya había comenzado y estaban todos en el aula. Llamé a la puerta tímidamente, abriéndola y todos se giraron a mí.
-Usted debe ser la señorita Other, ¿no?-me dijo la profesora mirándome
-Si soy yo -la miré-. Siento haber llegado tarde, pero soy nueva y no sé donde se encuentran las aulas todavía -agaché la mirada tímidamente
-No pasa nada, señorita Other, siéntese ahí -dijo señalándome una mesa vacía y sin ningún compañero a los dos lados- sus dos compañeros que deberían estar a su lado hoy no han venido, el señor Britt y el señor Harris.
Me dirigí a la mesa sentándome en ella, ya más calmadamente, aunque notaba muchos ojos en mí, cosa que nunca me había gustado, ser el centro de atención.
Mi primera clase, Literatura, me dejó con un mal sabor de boca. Dimos Shakespeare, del cual yo no tenía ni idea, porque en España siempre vimos a los autores españoles. La profesora no dejaba de atosigarme con preguntas de las cuales no conocía la respuesta, haciéndome quedar en ridículo delante de toda la clase una y otra vez.
Cuando por fin sonó el timbre recogí mis cosas lentamente, esperando que todos salieran, ya que no dejaban de mirarme y sonreírse entre ellos, algunos incluso me señalaban… No quería que viesen las lágrimas acumuladas en mis ojos.
Justo cuando me giré, decidida a marcharme por fin de aquella clase, me encontré con una chica en la puerta que me miraba y sonreía dulcemente. Le devolví la sonrisa, aunque creo que sólo conseguí que me saliera una mueca extraña. Se acercó a mí y empezó a hablarme.
- ¡Hola! Me llamo Emma Dylan. ¿Necesitas ayuda para encontrar tu siguiente clase?
La miré con recelo… ¿Por qué querría ayudarme?
- Mmm… pues… la verdad es que sí –bajé la cabeza con timidez
- ¿Qué tienes ahora? –volví a mirarla y seguía sonriendo. No hacia más que preguntarme qué querría de mí. Consulté mi horario antes de contestarle.
- Clase de Español, en el aula 16.
- ¡Qué casualidad! Yo también tengo esa clase. ¡Venga! Iremos juntas. Y sí quieres te puedes sentar a mi lado, así no estarás tan sola. Seguro que esa asignatura se te dará mejor que Literatura, ¿no? –dijo mientras se le escapaba una risita.
No pude soportarlo más, ya me sentía bastante humillada por un día como para aguantar esto, así que le solté.
-¿Y tú quieres ayudarme? ¿O sólo mofarte de mí? Te aseguro que ya he tenido bastante por hoy –soné un poco más seca de lo que quería, pero mi primera hora aquí había sido un infierno y no quería que se pensara que era tonta de verdad o que intentara hacerme alguna novatada o algo.
Se giró y me miró con los ojos tristes. Agachó la mirada antes de contestarme.
- Verás… Yo también fui nueva en este sitio, y todavía me siento como si lo fuera. Vine desde Italia porque a mi padre le hicieron una oferta de trabajo aquí. Sé lo que es sentirse sola y rechazada. Sólo quería ayudarte…
Se quedó mirando fijamente a la pared mientras una gran tristeza se veía reflejada en su cara. No pude evitar sentirme culpable y le di un golpe cariñoso en el hombro mientras sonreía. Ella me miró y sonrió también.
- Entonces… ¿nos vamos a clase? –le dije
- ¡Oh, sí! Vamos rápido o llegaremos tarde.
Por el camino me contó cuanto tiempo llevaba en Windsor, lo mal que lo había pasado al llegar, y la suerte que había tenido de conocer a dos chicos a los pocos días de llegar, Marc Britt y Peter Harris. Me contó que le extrañaba que hoy no hubiesen venido a clase, porque eran los mejores de su promoción, que nunca faltaban a clase, menos simultáneamente, y que siempre competían entre ellos para ver quien sacaba las mejores notas, además de que eran bastante monos (en esta parte yo rodé los ojos) y por eso tenían prácticamente a toda la población femenina del instituto a sus pies…
Antes de entrar a la clase de Español, ya me había hecho una idea de esos chicos… No me gustaría ser una más en una lista. Tendría que tener cuidado con ellos no sea que me incluyesen dentro de sus conquistas…

PREFACIO

Me desperté, era de noche y me ardía la garganta, no se que había sucedido ni que hacia allí. Me encontraba en mitad del bosque; me agarré el cuello notando un ardor desgarrador, me notaba extraño, me puse de pie notando una gran dureza en mis músculos, empezaba a oír todo con mayor claridad y mis ojos veían todo perfectamente aun habiendo una noche extensa.
Cerré los ojos dejando que todos los sonidos entraran en mi, un olor que hacia que mi garganta ardiera más, mi cuerpo empezó a correr, dirigiéndose a ese olor, atacando a un ciervo, bebiendo su sangre, terminé de alimentarme y mis lagrimas empezaron a salir…
Me había convertido en un monstruo.

Me llamo Marc Britt, vivo con mis padres en Windsor y mi alma acaba de morir.
No sabia como iba a explicar mi cambio a mis padres, a mi mejor amigo, Peter Harris, todo el mundo iba a notar mi cambio, mi ardor en la garganta aumentaría al estar con ellos; era un peligro para ellos, no sabia si podría controlarme al oler su dulce y caliente sangre moviéndose con vida en sus cuerpos.


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No sabía dónde estaba. Pero sentía mi cuerpo arder como nunca lo había hecho. Corrí y corrí, intentando escapar de las todas las sensaciones extrañas que me recorrían. Pero de pronto, noté como si me estuviera rompiendo. Grité, pero en vez de un grito, un gran rugido desgarrador salió de mi pecho. Miré hacía mi pecho y vi como mi piel se abría, como si fuese un envoltorio, dejando salir una gran capa de pelo. Después miré mis manos, pero lo que vi me impresionó. En lugar de manos y pies, había unas grandes patas cubiertas de pelo con enormes garras. ¿Qué me estaba pasando? Tenía que verme, tenía que averiguar lo que era.
Cerca de dónde me encontraba, oía pasar un riachuelo. Me asomé en él y me horroricé cuando vi mi reflejo… ¿En qué me había convertido? Sentí como las lágrimas se agolpaban en mi pecho. Volví a correr, pero esta vez para alejarme de todo lo que había conocido. Nadie podría volver a verme así…
Me había convertido en un monstruo.

Mi nombre es Peter Harris, y vivo en Windsor con mi madre, ya que mi padre nos abandonó cuando yo era pequeño. Y me acababa de convertir en un lobo… en un asqueroso, pulgoso y asesino lobo…
Me alejaba de todo lo conocido, de mi madre, de mi mejor amigo, Marc Britt, porque ya no podría vivir con ellos. No sólo por mi apariencia física, sino por el instinto asesino que notaba que me estaba consumiendo lentamente….