Amigos Enfrentados

Amigos Enfrentados
¿Por qué se rompe una amistad?

viernes, 15 de enero de 2010

Capítulo 4: MONSTRUO

Nos detuvimos delante de una puerta. No sabía porqué, pero lo único que quería era correr y salir de allí cuantos antes. Emma me miró extrañada, pero a pesar de todo tocó a la puerta.
- Mamá, ¿quieres dejarme en paz? –Dijo una voz grave, aunque a la vez dulce. Miré a Emma y vi que estaba asombrada y no sabía porqué.
- Marc, ¿estás bien? Soy yo, Emma. Quería saber como te encontrabas ya que llevas dos días sin aparecer por clase y sin contestarme al teléfono.
- ¿Emma? ¿Se puede saber qué haces tú aquí? –Nos contestó desde el otro lado de la puerta con un tono un tanto hostil. Emma estaba cada vez más extrañada, así que siguió golpeando la puerta.
- Porque quiero saber qué te pasa, abre de una vez la maldita puerta, quiero hablar contigo –el tono de Emma empezaba a sonar enfurecido. No la había oído hablar nunca así, lo que me dejó perpleja-. Me dejasteis sola en el instituto sin ningún tipo de explicación, ni tú ni Peter habéis ido a clase y ni tan siquiera podéis mandarme un mensaje o un correo para saber algo de vosotros.
-¿Peter? –Oímos que la voz dentro de la habitación también estaba asombrada- ¿No ha ido a clase? ¿Qué le pasa?
- ¡Eso me gustaría saber a mí! Ayer estuve en su casa y lo único que me dijo su madre era que estaba enfermo y no me dejó verlo. Y ahora contigo estoy en la misma situación. ¡Es muy frustrante! –A Emma se le dibujó un mohín en su cara.
La voz dentro de la habitación no contestó. Permanecimos unos minutos a la espera, mientras Emma se iba poniendo más y más tensa. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, y volvió a golpear la puerta con rabia.
- ¡Marc, o abres de una vez la puerta o te juro que la tiro abajo! –gritó-. Me da igual la enfermedad que tengas o si me la contagias, pero quiero verte, ¡y ya mismo!
Él empezó a reírse en el cuarto. Pero no era una risa alegre como cuando te dan una buena noticia. Era una risa tensa, e histérica, que me puso aún más nerviosa si podía ser.
- ¿Contagiarte? –Preguntó- Oh, amiga mía, te aseguro que el que te contagiara sería el menor de tus problemas…
Se oyó abrir el seguro a la puerta. Nos miramos y Emma iba a coger el pomo cuando volvió a hablar.
- Entrad tú y tu acompañante… Pero será porque lo habéis querido. Yo no quería que esto fuese así…
Miré a Emma con miedo. Ella no me había nombrado en ningún momento. ¿Cómo sabía él que yo estaba aquí? Empecé a temblar y cogí a Emma del brazo y tiré de ella.
- ¡No! –le susurré-. No quiero entrar ahí. Algo no va bien, Emma.
- ¿Qué dices, Charlotte? Es mi amigo, creo que lo conozco lo suficiente como para saber que no me va a pasar nada si estoy a solas en un cuarto con él.
A pesar de qué hablábamos en susurros, la voz de la habitación volvió a reír estruendosamente. Sé que no podría habernos escuchado, pero algo en mi interior me dijo que si nos había oído. Volví a mirar a Emma con ojos suplicantes, pero no me hizo caso. Entramos en la habitación y miré a mí alrededor. La cama estaba hecha, todo parecía ordenado. ¿De verdad aquí había un enfermo? Y a propósito… ¿dónde se encontraba?
Un ruido tras nosotras nos sobresaltó. Nos giramos y vimos que volvía a cerrar la puerta con seguro. Siguió de espaldas y comenzó a hablar de nuevo.
- Bueno Emma, ya me viste… como observarás me encuentro en perfectas condiciones, así que si no es molestia, me gustaría que te fueses cuanto antes. Tengo… cosas que hacer.
- ¿Qué haces en pie y vestido? –Le encaró Emma-. ¿No se supone que estabas enfermo? ¿Y qué te ha pasado en la voz? Suena muy distinta –cuando dijo esto entendí porqué estaba extrañada antes cuando lo oyó hablar-.Mira tu cama, está hecha. No te reconozco Marc, tú nunca perderías clase por cualquier nimiedad, sé que quieres una nota alta para ingresar en la universidad sin problemas.
- El instituto ya no me… importa. Tengo que hacer cosas muchos más importantes. Eso quedó en el último plano.
- ¿Qué me estás diciendo? ¡No te creo! –Gritó Emma con una mueca de horror en su cara-. Gírate ahora mismo, mírame a la cara y dime que eso es cierto.
Una risita se escuchó por la habitación, no tan fuerte como antes, pero si tan clara y tan desquiciante que me puso los pelos de punta.
- Si eso es lo que quieres… No podré negarme.
Lentamente comenzó a volverse hacia nosotras. Yo lo miré y quedé impactada. Todo lo que Emma me había dicho acerca de este chico no le hacia justicia. Era el chico más guapo que se pueda imaginar, alto, más bien delgado, y su cara… ¡oh, su cara! Podría quedarme horas mirándolo y no tendría suficiente. De pronto observé sus ojos. Eran negros, más negros que cualquier noche oscura, y nos miraban inquisitivamente. Uno tras otro me recorrían escalofríos por todo el cuerpo y no podía evitarlo. Entonces me fije en su expresión. Era dura, nos miraba como si le estuviésemos haciendo el mayor daño inimaginable, con un odio tan inmenso… Mis ganas por salir de allí aumentaban a cada momento.
- Marc, ¿qué te ocurre? –escuché la voz de Emma y me sobresalté. Había olvidado que ella estaba aquí. Me recriminé mentalmente por quedarme mirándolo como una tonta.- estás muy… cambiado. ¿En serio que te encuentras bien?
Ella se acercó con la mano en alto para tocarle la frente a ver si tenía algunas décimas. Y… no sé como explicarlo, al momento él no estaba ahí, miramos a nuestro alrededor sorprendidas, me sobresaltó y mi corazón iba a mil por hora, no me esperaba algo así. Lo encontramos al lado de su ventana, como si hubiera estado siempre ahí y no a nuestro lado como hasta hace un segundo.
-¿Qué… qué fue eso? –pregunté. Yo misma me extrañé cuando mi voz salió, no sé como pude hablar.
Entonces él me miró. Cómo si se acabase de dar cuenta de que yo estaba ahí. Me miró como si fuese un ciego el cual puede ver un arco iris por primera y única vez en su vida. Algo dentro de mí me decía que saliese de allí, pero sin poder evitarlo me acerqué a él lentamente mientras me miraba cada vez más fijamente. Cuando estaba a tan sólo unos pasos soltó un gruñido aterrador y su expresión se volvió inhumana. Yo retrocedí asustada y caí al suelo. ¿Qué acababa de pasar?
Se giró y se apoyó en la ventana, quedando nuevamente a espaldas de nosotras. Lo oí como le costaba respirar, como si se estuviese ahogando. Miré a Emma, me levanté y fui hacia ella. Me cogió del brazo, dirigiéndonos a la puerta. Cuando quitamos el seguro e íbamos a salir, nos llamó.
- Por favor… no os vayáis, por favor… No quiero seguir solo. –cayó de rodillas y empezó a llorar junto a su ventana.
Sin saber porqué, mis piernas empezaron a moverse solas dirigiéndose hacia él. Le acababa de conocer y una fuerza hacia que me atrajera enormemente, me agaché a su lado y automáticamente mis brazos le abrazaron como si fuese un amigo de toda la vida. Estaba muy frío, por no decir helado y, al notar mis brazos, se sobresaltó como si no hubiese oído que me había acercado a él.
-Por favor no os vayáis, pero no os acerquéis demasiado a mi, soy un monstruo –dijo mientras seguían cayéndosele las lagrimas.
-¿Por qué dices que eres un monstruo Marc?-dijo Emma mirándole preocupada- tú no eres un monstruo, eres mi mejor amigo.
-De verdad, hacedme caso y tomad mis advertencias, no os acerquéis demasiado, podéis correr peligro, no puedo deciros más-dijo ya sin lágrimas en los ojos, pero con cara de dolor.
-¿Qué te ocurre Marc?-me sobresalte al oír mi propia voz sonar tan segura-te ha debido de pasar algo muy grave para que te consideres un monstruo
Él parecía sorprendido de mi preocupación hacia él nada mas conocerle, la verdad yo tampoco lo entendía, había temido tanto el momento de conocerles desde hace dos días y ahora me veía enormemente preocupada de él. Una llamada en el móvil de Emma me sacó de mis pensamientos.
-Chicos enseguida entro, es mi madre- giró el pestillo de la puerta, saliendo por ella.
Marc se movió rápidamente cerrándola de nuevo, se giro hacia mí, observándome con una mirada de pánico y rabia a la vez, no entendía que podía haberle hecho yo para que su mirada hacia a mi fuera esa.
No podía retirar mi mirada de su cara, esa belleza me estaba atrapando en un mundo del cual no me dejaba escapar ni realmente quería, no entendía que me sucedía nunca me había sentido tan extraña a la hora de conocer a alguien o estar con él, este chico tenia algo que me atraía a él pero que a la vez me aterraba. Sentía que guardaba un enorme secreto y que eso era lo que le convertía en el monstruo que nos había avisado que era.

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