Amigos Enfrentados

Amigos Enfrentados
¿Por qué se rompe una amistad?

domingo, 10 de enero de 2010

Capítulo 1: MI NUEVO HOGAR

Mi nombre es Charlotte Other y mi nueva vida comienza en esta ciudad, Windsor, con mis abuelos maternos. Mis padres fallecieron hace 6 meses en un accidente aéreo, me dejaron terminar el instituto en Madrid, España, donde vivía con mis padres. Ahora me ha tocado dejar todo y cambiarme de país para poder vivir con mis abuelos, que son los que se han encargado de mi custodia, ya que tengo 17 años todavía. Me dolió dejar a mis amigas y toda una vida atrás, pero tengo que ser fuerte, o eso me digo todos los días al ver lo que he dejado tras de mí. Es mi segundo día en esta nueva cuidad y hoy es día de clase, mi primer día en aquel nuevo instituto donde me tocaba empezar de nuevo, hacer nuevos amigos, lo cual no se me daba nada bien dado mi timidez.
Entré en el instituto con paso tranquilo y sosegado, sabía que tenía que ir a la recepción a por mi horario de clases, empecé a mirar de lado a lado sin saber donde me encontraba ni a donde debía dirigirme, así que seguí andando por el pasillo hasta que llegue a la recepción. Me dieron mi horario e intente orientarme para llegar a mi primera clase. Cuando llegué a ella ya había comenzado y estaban todos en el aula. Llamé a la puerta tímidamente, abriéndola y todos se giraron a mí.
-Usted debe ser la señorita Other, ¿no?-me dijo la profesora mirándome
-Si soy yo -la miré-. Siento haber llegado tarde, pero soy nueva y no sé donde se encuentran las aulas todavía -agaché la mirada tímidamente
-No pasa nada, señorita Other, siéntese ahí -dijo señalándome una mesa vacía y sin ningún compañero a los dos lados- sus dos compañeros que deberían estar a su lado hoy no han venido, el señor Britt y el señor Harris.
Me dirigí a la mesa sentándome en ella, ya más calmadamente, aunque notaba muchos ojos en mí, cosa que nunca me había gustado, ser el centro de atención.
Mi primera clase, Literatura, me dejó con un mal sabor de boca. Dimos Shakespeare, del cual yo no tenía ni idea, porque en España siempre vimos a los autores españoles. La profesora no dejaba de atosigarme con preguntas de las cuales no conocía la respuesta, haciéndome quedar en ridículo delante de toda la clase una y otra vez.
Cuando por fin sonó el timbre recogí mis cosas lentamente, esperando que todos salieran, ya que no dejaban de mirarme y sonreírse entre ellos, algunos incluso me señalaban… No quería que viesen las lágrimas acumuladas en mis ojos.
Justo cuando me giré, decidida a marcharme por fin de aquella clase, me encontré con una chica en la puerta que me miraba y sonreía dulcemente. Le devolví la sonrisa, aunque creo que sólo conseguí que me saliera una mueca extraña. Se acercó a mí y empezó a hablarme.
- ¡Hola! Me llamo Emma Dylan. ¿Necesitas ayuda para encontrar tu siguiente clase?
La miré con recelo… ¿Por qué querría ayudarme?
- Mmm… pues… la verdad es que sí –bajé la cabeza con timidez
- ¿Qué tienes ahora? –volví a mirarla y seguía sonriendo. No hacia más que preguntarme qué querría de mí. Consulté mi horario antes de contestarle.
- Clase de Español, en el aula 16.
- ¡Qué casualidad! Yo también tengo esa clase. ¡Venga! Iremos juntas. Y sí quieres te puedes sentar a mi lado, así no estarás tan sola. Seguro que esa asignatura se te dará mejor que Literatura, ¿no? –dijo mientras se le escapaba una risita.
No pude soportarlo más, ya me sentía bastante humillada por un día como para aguantar esto, así que le solté.
-¿Y tú quieres ayudarme? ¿O sólo mofarte de mí? Te aseguro que ya he tenido bastante por hoy –soné un poco más seca de lo que quería, pero mi primera hora aquí había sido un infierno y no quería que se pensara que era tonta de verdad o que intentara hacerme alguna novatada o algo.
Se giró y me miró con los ojos tristes. Agachó la mirada antes de contestarme.
- Verás… Yo también fui nueva en este sitio, y todavía me siento como si lo fuera. Vine desde Italia porque a mi padre le hicieron una oferta de trabajo aquí. Sé lo que es sentirse sola y rechazada. Sólo quería ayudarte…
Se quedó mirando fijamente a la pared mientras una gran tristeza se veía reflejada en su cara. No pude evitar sentirme culpable y le di un golpe cariñoso en el hombro mientras sonreía. Ella me miró y sonrió también.
- Entonces… ¿nos vamos a clase? –le dije
- ¡Oh, sí! Vamos rápido o llegaremos tarde.
Por el camino me contó cuanto tiempo llevaba en Windsor, lo mal que lo había pasado al llegar, y la suerte que había tenido de conocer a dos chicos a los pocos días de llegar, Marc Britt y Peter Harris. Me contó que le extrañaba que hoy no hubiesen venido a clase, porque eran los mejores de su promoción, que nunca faltaban a clase, menos simultáneamente, y que siempre competían entre ellos para ver quien sacaba las mejores notas, además de que eran bastante monos (en esta parte yo rodé los ojos) y por eso tenían prácticamente a toda la población femenina del instituto a sus pies…
Antes de entrar a la clase de Español, ya me había hecho una idea de esos chicos… No me gustaría ser una más en una lista. Tendría que tener cuidado con ellos no sea que me incluyesen dentro de sus conquistas…

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